martes, 10 de noviembre de 2009

El miedo a la muerte

Una de las religiones más longevas y poderosas, con más de 1.200 millones de adeptos, es el catolicismo (con sus sectas protestantes), sólo superado por el Islam (1.300 millones de fieles). El catolicismo, en sus orígenes cristianismo, no podrá ser erradicado por ningún gobierno, que, a lo sumo lo que conseguirá es introducir algunas limitaciones, como el laicismo. El catolicismo se basa en una de las fuerzas psíquicas más fuertes que dominan al hombre: el miedo a la muerte. En torno a ese miedo, el catolicismo ha ido creando una simbología, unos rituales (liturgia), con los que se identifica la gran mayoría de los católicos practicantes y que son considerados por los musulmanes (que han tomado también mucho del cristianismo, además del Corán, los Evangelios son libros sagrados; existe el Arcángel San Gabriel y entre los profetas, los musulmanes también incluyen a Jesús), como idolatría. Como los musulmanes, los católicos también tienen su Cielo o Paraíso y su Dios, que para los musulmanes es Alá. Digamos aquí que el Islam nació en 622 con la predicación de Mahoma en La Meca (Arabia Saudí).

Para el catolicismo, los buenos cristianos se salvarán y las personas malas se condenarán. La mayoría de los católicos practicantes llevan en su cerebro la idea de que después de la muerte hay otra vida, la vida eterna, en el Cielo, junto a Dios. Para ellos es terrible el pensamiento de condenarse, de ir al infierno, que Juan Pablo II abolió como lugar espacial, lo mismo que el actual papa Benedicto XVI (alias Ratzinger) ha definido ahora al Cielo como lugar espiritual. Para Ratzinger la Gloria, el Paraíso es poder contemplar a Dios.

El cristianismo, después catolicismo, pudo con el Imperio Romano, que se hizo cristiano con el emperador Constantino. Este aconsejaba a los padres de la Iglesia que introdujeran más dioses en su religión y sobre todo, que hubiese por lo menos una diosa, para que la gente aceptara la nueva creencia. Los padres de la Iglesia hicieron como si escucharan a Constantino e introdujeron la figura de la Virgen, pero sin hacerla diosa, más bien intermediaria con la deidad y nada menos que madre de Dios. Los padres de la Iglesia fueron suprimiendo las fiestas paganas, como las bacanales en Roma del 24 al 25 de diciembre: solsticio de invierno. En su lugar situaron el nacimiento de Jesús, que siglos más tarde desplazaría a la fiesta pagana, aunque conservando una nota pagana en los festejos con buenas comidas y abundantes bebidas, regalos y demás tradiciones, hasta nuestros días. Otro caso de desplazamiento de una festividad pagana es la Noche de San Juan: solsticio de verano, que conserva todo su vigor pagano en las famosas hogueras de San Juan de la Comunidad Valenciana. Hay en España otros (numerosos) ejemplos: la Semana Santa de Sevilla o la romería de El Rocío. Pero una fiesta pagana que la Iglesia católica no ha podido tapar es el Carnaval, prohibido en España durante el franquismo-nacionalcatolicismo. Pero también aquí la Iglesia católica (cristiana) ha sabido empalmar lo pagano con lo religioso introduciendo el miércoles de ceniza, comienzo de la cuaresma.

La Iglesia católica es poderosa. El Vaticano tiene más poder que la Casa Blanca, porque su poder se basa en lo irracional-espiritual, en el miedo que siempre ha sentido la humanidad a la muerte, a dejar de existir, a no ser y contra el que el ser humano moviliza toda su fantasía convertida en fe.

1 comentario:

  1. Hola primo Manolo. Hacía tiempo que no entraba en tu blog. Hoy lo he hecho y me he encontrado con tu reflexión sobre el catolicismo, breve pero muy sensata y acertada. ¡qué suerte tienen y que me envidia me dan los que realmente creen en la vida eterna!. Mientras que yo no soy mas que un pobre ser finito y mortal ellos son nada menos que inmortales. Vaya morro. Besos, Jose

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