domingo, 28 de febrero de 2010

Zapatero "el Otomano"

Cuando el presidente del Gobierno español, José Luis Zapatero, apoyaba enfáticamente en presencia del primer ministro turco Erdogan, a mediados de febrero, en Madrid, el ingreso de Turquía en la Unión Europea, nuestro insigne presidente, demostraba no tener ni idea de la situación. ¿Por qué no se informa Zapatero, antes de hacer tales declaraciones, por qué Francia, Alemania y demás países nórdicos se oponen firmemente a tener al socio turco? No es sólo por el maltrato que sufren los derechos humanos por parte de un gobierno islamista moderado, (los radicales se esconden de momento detrás de los moderados, hasta que llegue su hora) ni por la deficiente democracia turca. Que Zapatero pregunte a sus colegas del gobierno federal alemán en Berlín. Ellos pueden informarle muy bien de los problemas que tiene Alemania con sus más de 1 millón de turcos. Cómo los turcos, con asociaciones con más de 200.000 miembros, rechazan férreamente cualquier integración; aunque viven en el país desde hace más de 40 años se niegan en su mayoría a aceptar la nacionalidad alemana. Cómo los turcos en Alemania se aferran a su religión –son musulmanes- y son dentro de la población musulmana la punta de lanza del islamismo más intransigente. Que pregunte el “gran estadista” Zapatero por qué los servicios alemanes de inteligencia vigilan lo que pasa en las mezquitas (en Alemania las mezquitas crecen por doquier) y en las escuelas coránicas, así como en la asociaciones, una vez que recibieron la denuncia que los imanes venidos de otros países árabes para predicar las enseñanzas del Corán, decían a niños y adultos: “cada turco es un soldado del Islam”. Y: “la tierra que pisa un musulmán es para siempre territorio islámico”. Los turcos han formado de facto una república turca en Alemania, cuyas capitales son Berlín y Colonia. Como manifestación de fuerza, los otomanos están construyendo en Colonia una enorme mezquita, que será mayor que la monumental catedral de Colonia, símbolo de la ciudad y de la cultura occidental. No ha habido ningún motivo jurídico para impedirlo.

El señor Zapatero podría también informarse en la policía alemana de cuántas jóvenes turcas son asesinadas por su padre o por sus hermanos por negarse a asumir las costumbres turcas, rechazar la vestimenta musulmana y vestirse como las chicas alemanas de su edad o tener un novio alemán o no turco. También podría ser interesante que sepa cuántas menores son vendidas en matrimonio a hombres mayores por motivos de negocios, cómo las menores son sacadas de sus escuelas y, con un pretexto, enviadas a Turquía.

Si esto no le basta a nuestro ínclito presidente, que repase un poco sus libros de texto de historia. Que lea el triunfo que supuso Lepanto para expulsar a los turcos otomanos del Mediterráneo Occidental, donde era el amo Soleiman el Magnífico, quien, por otra parte, avanzaba sobre Europa Occidental. Después de Lepanto tuvo que levantar su cerco a Viena y replegarse a sus dominios. Sus dominios: más de siete siglos de ocupación turca tuvieron que sufrir, entre otras, Bulgaria, Rumania y Grecia. Mal recuerdo dejaron los turcos por estas tierras europeas, como para querer tenerlos como socios en un mundo en el que el Islam se está radicalizando más y más. Zapatero tendría que leer el libro de Gustavo de Aristegui, “La Yihad en España”. Allí se enteraría cómo en los países árabes, en las escuelas coránicas, se enseña a los niños que Al Andalus (no Andalucía, sino toda España) es árabe y será un día reconquistado. Lo mismo que predica Al Qaeda. ¿Y los turcos radicales islámicos?

No, señor Zapatero. Turquía no es Europa, es Asia. Lo que Erdogan exhibe como europeo, Constantinopla (hoy Estambul) fue arrebatado por los turcos otomanos el 25 de mayo de 1452 a los griegos orientales (ortodoxos), sin que el Occidente cristiano moviese un dedo para acudir en su ayuda. ¿Queremos ahora preparar el camino para que un día, a través de los “turcos-europeos”, el Islam se apodere de Europa?

Lo más seguro es que España se quede sola con su apoyo a Turquía (sola con sus instigadores, EE UU –cuánto valen las vías de acceso al petróleo asiático-). Pero el señor Zapatero ya no será, con seguridad, presidente del Gobierno español.

sábado, 6 de febrero de 2010

El barro de los sumerios

Siempre me ha intrigado de dónde se había sacado la Biblia, en su explicación de la “creación”, eso de que “Dios” hizo al hombre utilizando barro como material. Si se medita profundamente, lo del “barro”, tomado como alegoría, abre a la mente un gran número de caminos hacia el conocimiento. Pero en las clases de religión, la Biblia y los Evangelios son enseñados como verdades absolutas, literalmente, como aquellos literalistas que se empeñaron en tomar al pie de la letra lo que solamente era una alegoría. Me refiero a aquellos judíos que, antes del nacimiento de Jesús, se apartaron de su dios Jehová o Yahvé, por considerarlo cruel, arbitrario y que se ensañaba con su “pueblo elegido”, los judíos, haciéndoles sufrir miles de calamidades sólo para probar “que lo amaban y que le eran fieles”. Este grupo “protocristiano” ideó una alegoría para llegar al conocimiento, pero pronto se dividieron en los que tomaban la alegoría como realidad y los que veían en ella sólo un camino espiritual hacia la Verdad. Estos últimos eran los gnósticos, que fueron aniquilados por los literalistas, que desde entonces llevan la voz cantante en el cristianismo. Cuando los sacerdotes inculcan a los niños y a los jóvenes la Biblia o los Evangelios, lo hacen literalmente, en vez de aclarar que se trata de mitos, fábulas, alegorías. No creo que los sacerdotes mientan adrede. Ellos también han sido educados así. 2 000 años de cristianismo literal no se borran así por las buenas.

Pues bien. Volviendo al comienzo de estas líneas, al “barro”: recientemente he hallado la explicación. Se trata de una leyenda sumeria sobre la creación del hombre, “hecho de barro” por el dios de los dioses. La civilización sumeria es la más antigua civilización conocida de la Humanidad. Los sumerios (hace unos 7 000 años) fueron los primeros en inventar un alfabeto, que miles de años después serviría de base para los demás alfabetos conocidos. Su escritura era la cuneiforme, lo mismo que muchos años después escribirían los hetitas. La civilización sumeria es con mucho anterior a la Biblia, que adoptó de ella la idea de la creación del hombre con barro. La Biblia es apasionante, sobre todo en la parte que aún no se convierte en la historia del pueblo judío, por la cantidad de mitos y leyendas que recoge. Sin la Biblia, este tesoro de la Historia de la Humanidad se habría perdido en la noche del más remoto pasado, que, sin embargo, surge ante los ojos de los investigadores como chispas inesperadas. Así ocurrió con la epopeya de Gilgamesh, en escritura cuneiforme de los hetitas, que los científicos tardaron años en descifrar y traducir. En dicha epopeya se habla ya, entre otras cosas, del famoso, fabuloso y exagerado “diluvio universal”, que tuvo tal vez lugar en Mesopotamia como gran inundación local del Tigris y el Eufrates.

miércoles, 3 de febrero de 2010

"Washington bien vale una oración"

Así debió pensar el agnóstico presidente del Gobierno español al aceptar la invitación de la Casa Blanca al rito más importante norteamericano, el llamado Desayuno de Oración, ceremonia en la cual Zapatero leyó unos pasajes de la Biblia. Pero la procesión iba por dentro. Todavía sonaban en los oídos de Zapatero las palabras de Obama: “Estoy contento de poder llamarle amigo mío” (Praga). El presidente del Gobierno español debería saber lo más tarde desde Bush que cuando un presidente estadounidense llama “amigo” a un jefe de Gobierno hispano, o lo toma como un personaje divertido –caso Ansar, es decir, Aznar- o no le da políticamente ninguna importancia. Mientras leía, Zapatero ya sabía que su “amigo” Obama no iba a cumplir con su mayor deseo: que el nuevo presidente de EE UU asistiera a la cumbre de la Unión Europea en Madrid. Inmediatamente después que Zapatero hubiese cacareado a los cuatro vientos, asistido por el incoloro ministro de Asuntos Exteriores, Moratinos, la presencia de Obama en la cumbre, llegó el desmentido de la Casa Blanca. Barack Obama no le hará ese grandísimo favor a su amigo español, bastante depreciado no sólo en su propio país.

El asunto ha enojado, en primer lugar, a España, pero también a la Unión Europea que acusa a Washington de no tener mucho interés por Europa. En la cumbre, según el plan de ruta marcado por José Luis Rodríguez Zapatero, se iba a tratar sobre todo del trabajo de integración de la UE con Latinoamérica. Razón de más para que países hispanoamericanos también se hayan sentido ofendidos por la ausencia de Obama, a quien acusan de parecerse cada vez más a Bush. Entre estos países se hallan México y Brasil. La negativa de “la gran promesa mundial” Obama de acudir a Madrid demuestra una vez más que España vale tanto en Washington como Rumania o Bulgaria, es decir, que España ha de reducir sus ambiciones de mediana o gran potencia a escala mundial o adoptar otra política de firmeza frente a la Casa Blanca, en el marco de una Unión Europea, que algún día tendrá que dejar de ser el mayordomo de USA y hacer su propia política. Un primer ejemplo sería que toda la UE rechace de plano el nefasto futuro ingreso de Turquía en la Unión Europea a pesar de las presiones de Washington, a quien conviene mucho ese ingreso (rutas del petróleo). También EE UU está practicando una política con Marruecos, que es un lastre para España en la cuestión del Sahara, que pertenece a los saharauies, los habitantes de la antigua colonia española del Sahara Occidental, y que nunca fue territorio marroquí. ¿Va Obama a cambiar de actitud en esta cuestión? Rabat ya ha concedido el contrato en exclusiva de las fuentes de energía (como el petróleo delante del litoral saharaui) a Estados Unidos. Se nota.
En resumidas cuentas. Más que Zapatero y más que su incoloro ministro de Asuntos Exteriores, Moratinos, los españoles que verdaderamente cuentan en los Estados Unidos son Pedro Almodóvar, Antonio Banderas y Penélope Cruz.