domingo, 18 de abril de 2010

Pensando en voz alta

En algunos periódicos leo la sugerencia (?exigencia?) de que se prohíba la Falange al igual que se prohibió Herri Batasuna . Hay una diferencia: la Falange, que es un partido legal, inscrito en el registro del Ministerio del Interior, no es la plataforma política de una banda terrorista, como lo era Herri Batasuna con respecto a ETA. A los demócratas puede repugnar la existencia de una segunda y tercera generación de fascistas, pero la ley es la ley. Que la sociedad no comparte posturas extremas lo demuestra el hecho de que Falange Española y de las JONS sea sólo un grupúsculo.

Es muy lamentable la situación del juez Baltasar Garzón, siendo extraño que un hombre tan inteligente se haya metido en este avispero. Durante la transición se promulgó una ley de amnistía, que atañe tanto a los crímenes cometidos en el bando republicano por milicianos descontrolados y anarquistas como a los crímenes de guerra del bando nacional (compuesto además de por españoles, por alemanes, italianos y moros- al lado de la República lucharon, por cierto tiempo, las Brigadas Internacionales, compuestas en su mayoría por voluntarios civiles de otros países. ) y los asesinatos de la posguerra, ordenados no en último lugar por Franco. Pero existe una ley internacional contra los genocidios, los crímenes de guerra y de lesa humanidad que es superior a las leyes nacionales de amnistía. ¿Vamos ahora a ir todos a parar por ejemplo al Tribunal de La Haya? Mala cosa. La ley de amnistía de la transición pretendía que se hiciese un generoso gesto de olvido y perdón por parte de todos los españoles para permitir en el futuro la convivencia pacífica de la sociedad española; era un punto y aparte para la paz social, contando con el sacrificio de numerosas familias españolas afectadas por aquella contienda civil, con las que la democracia española tiene una gran deuda. No quiere esto decir que dichas familias no tengan derecho, con la colaboración de las autoridades, a buscar los restos mortales de sus seres queridos caídos en la guerra y en la posguerra.

Franco y el franquismo se están juzgando solos. Son cada vez más los jóvenes que ni lo conocen. Pero será preciso que desaparezca mi generación y la siguiente para que la criminal guerra civil desatada por unos generales traidores sea sólo un negro capítulo más de nuestra atormentada Historia.

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