martes, 4 de enero de 2011

Nuestra lengua: "Vacas flacas"


“Llegaron las vacas flacas“. = Después de un periodo de abundancia, tener que apretarse el cinturón porque se está en una época de dificultades y escasez económicas. Ayer comentábamos el significado de “la cuesta de enero”, pero esto no es nada en comparación al periodo que vamos a tener que afrontar después de bastantes años de “vacas gordas”. Tanto las “vacas gordas” como las “vacas flacas” tienen su origen en la Biblia, más concretamente en el libro de Génesis. Según él, el faraón de Egipto había tenido una pesadilla espantosa, en la que siete vacas famélicas devoraban a otras siete rollizas y hermosas. Ninguno de los adivinos consultados fue capaz de dar una respuesta satisfactoria. Hasta que llegó el joven y apuesto esclavo judío José, hijo de Jacob, que se encontraba encarcelado debido a las mentiras de la mujer de Putifar (jefe de la guardia de corps del faraón y amo de José), una arpía de mucho cuidado (conocida en la corte por tener el muslo ligero), que no había cesado de acosarle porque quería acostarse con él. Al ser rechazada por José, rabiosa y despechada, se vengó de él acusándole de haber querido seducirla y su pobre marido Putifar, que estaba al corriente de las infidelidades de su esposa, lo hizo encerrar en una mazmorra por aquello del “qué dirán”. Pero a José le precedía la fama de saber interpretar los sueños, por lo que el faraón le mandó llamar. José le explicó que el auténtico significado de la pesadilla no era otro que, después de siete años de abundancia (las vacas gordas), se avecinaban otros siete de penuria (las vacas flacas). Aconsejado por José, quien al ser nombrado administrador se convirtió en el hombre más poderoso del reino, el faraón mandó hacer acopio de grano y otros víveres no perecederos en los años de abundancia, con el fin de poder afrontar los tiempos de escasez (algo que nuestros políticos de todos los bandos y colores, quizás porque ya no se acordaban de la parábola, no han sabido hacer ni en los municipios, ni en las comunidades ni, mucho menos, en el gobierno del país).

“Meter en un puño”. = Dominar. “Tener el corazón (metido) en un puño: estar muy acongojado.

“Bulo”. = Mentira, bola.

“Traba”. = Obstáculo, impedimento. “Poner trabas a algo”: obstaculizar, dificultar (algo a alguien).

“Ser un roña, (roñica)”. = Ser un roñoso, un agarra(d)o. Ser de la cofradía del puño cerrado.

“Meter la nariz en algo”. = Husmear, curiosear, inmiscuirse alguien en algo que no va con él.

“Tengamos la fiesta en paz”. = Nada de discusiones o disputas. Todos pacíficos.

“Endilgar”. = Propinar (con bastante dureza).

“Zopenco”. = Torpe, rudo, bruto y estúpido al mismo tiempo.

“Por la cuenta que le trae”. = En su propio interés.

“Alegre como unas castañuelas”. = Muy alegre. El sonido de las castañuelas, muy empleadas en el folclore español, es de gran alegría, aunque también pueden sonar tristes o dramáticas. Alegría y tristeza: así se describe al alma andaluza.

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