viernes, 15 de abril de 2011

Tema de hoy: 14 de abril


Ayer, 14 de abril, fue el 80 aniversario de la proclamación de la II República española: uno de los muchos sueños españoles, que fracasaron porque la realidad, una vez más, fue más fuerte que la ilusión.

España, ya en sí una fantasía, es un país de nostalgias, algunas idealistas, otras asentadas sobre pétreos intereses muy concretos. Con banderas republicanas y el Himno de Riego no puede hacerse desaparecer a los terratenientes, a los caciques, a un clero voraz, anidado en el “Estado” (reyes, nobles) desde los llamados Reyes Católicos.

La República fracasó por sus propias contradicciones. Hubo en ella tres revoluciones: la de los protofascistas (José Antonio y su Falange), la de los ácratas izquierdistas, a los que más de una vez se les fue la mano ante su desesperación y, la finalmente triunfante de los fascistas con la Iglesia, que por fin hallaron a un traidor, un general “africano”, curtido en la Legión, al que la República había perdonado la vida. El traidor, con sus curas alrededor, permitió entre otras atrocidades contra el propio pueblo, que los nazis de Adolf Hitler y los fascistas italiano de Mussolini acudieran en su ayuda, con el mejor material de guerra y con soldados bien entrenados, que machacaran a los españoles (Guernica, Madrid, Valencia, Barcelona…). Ganó la guerra el mercenario de los terratenientes y del clero.

Todo esto es ya Historia. Recordamos para fraguarnos un futuro mejor. Desde hace más de 30 años, España es una monarquía constitucional. Con el pacto entre la sociedad española y la Corona surge una España libre de expresarse y perseguir un destino político democrático e independiente, siempre que sólo se empleen medios estrictamente pacíficos. En la España de hoy ya no hay ningún “caudillo” que imponga a cada ciudadano lo que es patriótico.

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