jueves, 30 de junio de 2011

Pincelada: El trilero


Hace un par de semanas escribía sobre las estafas veraniegas. Expresamente, para no extenderme demasiado, me dejé en el tintero un truco muy popular en verano (aunque también se utiliza en invierno en ciudades muy visitadas por los turistas como, por ejemplo, Barcelona). Todos sabemos que, en vacaciones, la gente se relaja mucho más y comete ciertas imprudencias. Una de las más comunes es caer en la tentación de prestarse a participar en algún juego callejero como “los triles”, un engañabobos que, a pesar de las advertencias publicadas en la Prensa y la TV, sigue siendo el hit en el ranking de cómo desplumar a un incauto en un periquete.

Esa modalidad delictiva consiste en incitar a algún ingenuo viandante a apostar contra el trilero, el tahúr que maneja los triles. Éste, utiliza para perpetrar su estafa a uno o varios cómplices que fingen ser parte del público y, además, a otro delincuente dedicado únicamente a vigilar, para dar la voz de alarma si se acerca la policía. El trilero “trabaja” con tres pequeños cubiletes (a veces, también el interior de tres cajitas de cerillas, tres medias cáscaras de nuez o tres naipes abarquillados) colocados boca abajo, que mueve con gran pericia y rapidez, y una bolita. El participante en el supuesto juego tiene que adivinar debajo de qué cubilete se encuentra la bolita. Los compinches del trilero se mezclan entre el público y representan muy bien su papel de jugadores que realizan apuestas y consiguen ganar una cierta cantidad de dinero, lo que celebran dando grandes muestras de alegría para que pique algún “primo”. Cuando éste ya está en el bote, se le deja ganar la primera mano para que se anime. Por supuesto, inmediatamente después comienza la mala racha para el pardillo. El truco consiste en que el trilero sabe esconder hábilmente la bolita entre los dedos, de manera que los tres cubiletes siempre están vacíos cuando el pobre pringado hace su elección. En el momento que la víctima se da cuenta de que ha sido vilmente estafada, el embaucador y sus secuaces ya han levantado el vuelo y abandonado rápidamente el lugar (algunas veces llevándose incluso la cartera de alguno de los espectadores, más atento al juego que a sus propias pertenencias). De esta manera, más de un inocente turista ha visto mermado el capital que quería invertir en pasárselo bien en nuestro país. Y aunque la policía consiga pillar al trilero, a éste no le sucederá gran cosa, ya que el timo no es un robo, ni tan siquiera un hurto.

Si quieren informarse en qué consiste exactamente el trilo y algunas de sus variantes, consulten Wikipedia que explica muy detalladamente cómo funciona ese timo. También en Google hay unos vídeos superinteresantes sobre el tema, que les ayudarán a no caer en esa trampa que se da con cada vez más profusión debido a la crisis económica que estamos atravesando en nuestro país. Y no olviden: la única forma de ganar, es no jugar.
Margarita Rey

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