miércoles, 8 de junio de 2011

Tema de hoy: La TV y lo erótico


Recientemente escribí sobre la pornografía en la televisión, que encuentro sucia, sebosa, antierótica y cutre. ¡Qué diferencia con el amor en las series televisivas, que, a veces, incluso pecan de puritanas! En las series, el amor suele hacerse vestido o en pijama. El amor sin quitarse la ropa sugiere un quiqui, no vaya a ser que aparezca el marido por la puerta. A mi parecer, hacer el amor vestido requiere mucha pericia. Pero en realidad lo que importa de la escena no es lo físico, es lo erótico, aunque algunas veces la actriz se pase al gemir como una leona en celo. No es para tanto. Siempre que veo una escena de besos me acuerdo de la campana de desatascar el lavabo, por el ruido que hacen. ¿Qué pasa si los protagonistas no se gustan personalmente? Debe de ser un mal rato. Se dice que a ninguna actriz le gustaba trabajar con Clark Gable porque padecía de halitosis y llevaba dentadura postiza. No obstante, también puede suceder lo contrario: que actores y actrices se enamoren trabajando juntos. Es el caso de Antonio Banderas y Melanie Griffith, Penélope Cruz y Javier Bardem o Angeline Jolie y Brad Pitt.

Los desnudos son tratados muy delicadamente en las serie televisivas españolas. Si el guión exige que los amantes abandonen desnudos el lecho, lo hacen de espaldas y durante el minuto que tardan en ceñirse una toalla a la cintura. Muy fugazmente son enseñados los senos de la actriz, que en lo sucesivo sólo insinúa la cámara.

Incluso en las series más realistas y desgarradas, el amor refleja su realidad y no deja lugar, de ninguna manera, a lo pornográfico. La vida en sí es abigarrada. En ella cabe lo bello y lo repelente. El mérito está en que lo repelente no nos invada, ni tampoco vivamos como en un cuento de hadas.

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