martes, 5 de julio de 2011

Tema de hoy: Cultura de la muerte


Tengo la impresión de que lo que le falta a la Humanidad actual es una cultura de la muerte. Hace millares de años, pueblos como los hetitas ya tenían un concepto de la muerte. Es interesante leer la narración épica Gilgamesh, hallada en tablillas en escritura cuneiforme, que los historiadores y los filólogos han tardado más de dos décadas en traducir. En Gilgamesh, al parecer trasmitido por los sumerios, hallamos los ancestrales mitos de la Humanidad, que perviven hoy en casi todas las religiones, en especial en las tres monoteístas. En la “épica” de Gilgamsch aparecen elementos como el diluvio universal (que no fue ni diluvio ni universal: sólo la inundación de Mesopotamia por los ríos Eufrates y Tigris. Muchos de los mitos contenidos en lo que podríamos considerar un poema épico, los reencontramos muchos siglos después en la Biblia. En Gilgamesh, que cree poder vencer a la muerte, hallamos ya el río por donde discurren las barcas con los muertos para adentrarse en una cueva sin retorno (llamada después por los griegos Hades). Guardianes son dos perros, los carontes. Los sumerios también se preocuparon mucho del fin de la existencia, como puede verse en relieves tallados en piedra. Por cierto, en una exposición sumeria vi por primera vez los ángeles: fornidos jóvenes alados.

Los egipcios también tuvieron una cultura de la muerte, como demuestran las imponentes pirámides con las cámaras mortuorias de los faraones, colmados de manjares y de riquezas, para emprender el largo camino hacia la eternidad. Los griegos y los romanos también tenían sus mitos respecto al óbito y encomendaban sus muertos a sus numerosos dioses.

En los tiempos modernos no existe una cultura de la muerte. Las religiones consuelan a sus fieles con promesas de ver a Dios en el paraíso (católicos), mientras que los musulmanes prometen al buen seguidor del Islam un paraíso con huríes y otros manjares “de dioses”. El judaísmo con su Jehová está muy cerca del catolicismo: se ve el origen común judío. Los musulmanes llegan al extremo de enseñar a niños y jóvenes qué bello es morir por Alá y entrar en el paraíso. De ahí los muchos terroristas suicidas infantiles y jóvenes. ¿Por qué no predican los maestros y jefes de grupos terroristas con el ejemplo?

La manera ideal de perder el miedo a la muerte es pensar que se trata de un proceso natural, como el nacimiento. Que el círculo se cierra. La mayor recompensa es cerrar los ojos con la conciencia tranquila por haber procurado el bien y evitado el mal. En ese instante, sin darnos cuenta, habremos cruzado la tenue línea que nos separa de la paz eterna.

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