viernes, 14 de octubre de 2011

Pincelada: Injusticia manifiesta



Ayer al mediodía escuché en Onda Cero una entrevista muy interesante con un oficial de la Guardia Civil destinado en Alicante que me hizo sentir vergüenza ajena. En primer lugar, el entrevistado (cuyo nombre no pude anotar porque iba conduciendo mi coche) destacaba la insuficiencia de la plantilla actual y denunciaba la falta de bienes materiales: el mal equipamiento, vehículos que no se renuevan, instalaciones vetustas, así como los sueldos tan bajos que tienen los guardias civiles en comparación a la Policia Local y a la Policía Nacional.

No sé si son ustedes conocedores de las diferencias que existen en los sueldos de todos esos cuerpos, pero, desde luego, los guardias civiles son los peor pagados. Me explico: el sueldo medio de un guardia civil suele rondar los 1.500 euros netos. Para que se den cuenta de la injusticia salarial entre los diversos cuerpos de seguridad, reproduzco seguidamente una tabla comparativa de salarios que he encontrado en un foro de internet cercano a la Guardia Civil:






Datos del año 2009

Aunque se trata de salarios brutos y no netos, la diferencia salta a la vista. Como podrán comprobar, los sueldos más bajos son los de los guardias civiles, quienes precisamente, a mi entender, son los que más riesgos corren en su trabajo. Cierto es que los guardias civiles en el País Vasco reciben algunos pluses por peligrosidad que vienen a rondar los 400 euros, pero sigue siendo una ridiculez en comparación a lo que allí gana un “ertzaina”, que corre menos peligro de dejarse el pellejo en la lucha contra ETA. Y ya no hablemos de los “mossos d’esquadra” catalanes ni de la Policía Municipal de Alcobendas o de Madrid.

Pero lo del sueldo se queda en mantillas cuando oímos que los guardias civiles alicantinos no disponen de chalecos antibalas para enfrentarse a situaciones peligrosas como la del reciente y aparatoso atraco de una joyería de Alicante por una banda marsellesa. De todos los policías y guardias civiles que participaron en el dispositivo para repeler la agresión, sólo uno de ellos disponía de chaleco antibalas y, lo llamativo del caso, es que se lo había comprado con su propio dinero.

Todos sabemos que son las Autonomías y los Ayuntamientos los que fijan las retribuciones de la Policía Autonómica y de la Policía Local, mientras que la Policía Nacional y la Guardia Civil, por su condición de Cuerpos de Seguridad del Estado, son competencia del Ministerio del Interior, que también fija sus salarios. Además, la Guardia Civil, tiene carácter militar, así que los componentes del cuerpo no tienen el derecho ni a la manifestación ni a la huelga para poder reivindicar mejoras salariales y en su ámbito de trabajo.

Aunque hace años que los profesionales del cuerpo vienen reclamando el derecho de sindicación o de huelga, hasta ahora todos los gobiernos del PSOE y del PP han hecho oídos sordos a esas peticiones, pese a que estarían en concordancia con los avances democráticos en la Guardia Civil y la modernización de sus estructuras que han tenido lugar en los últimos años.

Tampoco es que les haya ido mucho mejor a los miembros de los Sindicatos que defienden los intereses de la Policía Nacional. A pesar de haberse manifestado en diversas ocasiones por las calles de Madrid para reivindicar “un salario digno” y ”la equiparación salarial de todos los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado” (para que se reduzcan las diferencias retributivas con las policías autonómicas), hasta ahora los responsables de Interior siempre se han salido por la tangente.

O sea que, según decía el mando de la Guardia Civil ayer por la radio, “un guardia civil entra en el cuerpo por vocación y, desde luego, no por el sueldo, pero también los guardias civiles son personas que se juegan la vida”. Puede ser que los Ministros del Interior que hemos tenido en nuestra joven democracia hayan siempre considerado a los miembros de la Guardia Civil como a una especie de marcianos que viven del aire. De otra manera no se explicaría la negativa de compensar de una manera tangible su dedicación y la gran tarea, no siempre exenta de peligro, que desde la democratización del Cuerpo, la sufrida Benemérita realiza en favor de nuestra sociedad. Un ejemplo a seguir por todos nuestros políticos, tan proclives a los dispendios innecesarios (y no nos estamos refiriendo únicamente a sus astronómicos sueldos).
Margarita Rey

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