lunes, 7 de mayo de 2012

Tema de hoy: Los sondeos llevaban razón


Esta vez las encuestas no se han equivocado. Con 51,3 por ciento de los votos (3 puntos más que Sarkozy) François Hollande (57 años) ganaba ayer la segunda ronda de las elecciones en el país vecino y se convertía así en el séptimo Presidente (el segundo socialista) en la historia de la Quinta República.

La campaña que ha precedido a estos resultados ha sido dura y, en algunos momentos, incluso agria, sobre todo por parte de Sarkozy que no ha escatimado los golpes bajos para desacreditar a su adversario político. Pero de poco le ha servido su táctica ante un electorado francés harto de la austeridad como única receta para acabar con la crisis y de las improvisaciones del inquilino saliente del Elíseo a la hora de tomar medidas para reactivar la Economía.

Eran las 20.22 horas de ayer cuando Nicolás Sarkozy reconocía su derrota electoral ante las cámaras de televisión. “No he conseguido convencer a la mayoría de los franceses” fueron sus palabras y añadió: “Toda la responsabilidad de la derrota es mía”. Con el semblante serio y compungido (nada que ver con la prepotencia rayana en la chulería a la que nos tenía acostumbrados), afirmó en un último intento de justificar su gestión: “He hecho todo lo posible por defender a los franceses”. Vistos los resultados, parece que la mayoría de los franceses no ha estimado que esos esfuerzos hayan sido suficientes.

La visible desilusión del derrotado puso todavía más de manifiesto la alegría no contenida del vencedor. Después de una primera aparición en su feudo, Tulle, donde desempeñaba el cargo de alcalde, Hollande viajó en avión a Paris y hacia la medianoche, en un grandilocuente y emotivo discurso (ya saben que los políticos franceses suelen ser buenos oradores, aunque un tanto ampulosos) en la plaza de la Bastilla, agradeció a todos sus seguidores el apoyo prestado y volvió a repetir lo dicho pocas horas antes en Tulle: que estaba seguro de que su victoria ha sido en muchos países europeos un alivio y una esperanza porque "la austeridad no podía ser una fatalidad".

Hollande reiteró su promesa electoral de reformar el tratado europeo firmado a principios de marzo (para lo cual piensa desplazarse próximamente a Berlín y renegociarlo con Frau Merkel), así como de tomar las medidas necesarias para la reactivación económica.

Tras el rostro de soseras bonachón de François Hollande se esconde un político duro como el granito y deseoso de demostrar que puede ser una segunda edición de su tan admirado François Mitterrand. Su programa electoral es muy ambicioso y las medidas económicas contemplan una sustanciosa subida de impuestos para las grandes fortunas y los altos sueldos, sin la cual será imposible una financiación de las reformas prometidas. También está prevista una reducción del 30% del sueldo del Presidente de la República y de sus ministros y una importante rebaja de los sueldos de los directivos de las empresas públicas.

Un programa de 30 puntos que nos llena de envidia y no precisamente sana. De tener éxito, significaría un giro total en la orientación de la Economía europea tras el fracaso de las medidas de austeridad que hasta ahora sólo han conducido a un empobrecimiento de los ciudadanos.

Son reformas que ya nos hubiese gustado que hubiese sido capaz de abordar el gobierno del “socialista” Zapatero, en lugar de regalar cheques-bebé a troche y moche.

Después de su investidura, prevista para el 15 de mayo, tendremos que esperar todavía cien días para darle una primera nota a Hollande porque todos conocemos la famosa frase de “una cosa es predicar y otra dar trigo”.

Si les interesa informarse sobre los 30 puntos del programa electoral de François Hollande les proponemos que lean la página web:
Margarita Rey

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