jueves, 28 de junio de 2012

Tema de hoy: Un déjà vu




El 13 de noviembre se van a cumplir 10 años de la catástrofe del “Prestige” y apenas ahora se ha fijado una fecha, el 15 de octubre, para el juicio oral por este accidente que inundó de chapapote las costas cantábricas y gallegas.

Este desastre medioambiental, en el que los responsables del gobierno de Aznar intentaron por todos los medios lanzar balones fuera para eludir su responsabilidad (incluido el propio presidente que había delegado las labores de coordinación de la crisis en su vicepresidente primero, Mariano Rajoy, porque él, como gran estadista, tenía cosas mejores que hacer), se gestionó desde el principio de manera nefasta, incompetente e irresponsable.

Para empezar, ningún miembro representativo del PP estuvo allí dando la cara desde el primer momento para apoyar a los colectivos afectados por el vertido, especialmente los pescadores y el sector turístico. El entonces Ministro de Fomento, Alvárez Cascos, prefirió irse a cazar al Pirineo leridano. Por su parte, don Manuel Fraga, a la sazón Presidente de la Xunta, apenas tres días después del accidente, cuando las manchas de fuel rozaban casi ya las costas gallegas, también se ausentó para participar en una cacería en Toledo. A pesar de todas las presiones, Fraga se negó a dimitir y apoyado en la amplia mayoría del PP aguantó el tipo hasta que los gallegos lo mandaron a casa en las elecciones a la Xunta del 2005, donde perdió la mayoría absoluta.

Ahora nos encontramos ante un escenario parecido. La prensa nacional dio el martes la alerta: “Una rotura accidental en la central térmica de Aboño ha provocado un vertido de fuel que ha llegado ya a varios arenales de Asturias, en concreto, hasta distintas playas del municipio de Carreño”. Y ayer al mediodía el telediario informaba de que el Ayuntamiento asturiano de Carreño había cerrado al baño todas sus playas, ya que las “galletas de galipote” estaban ya afectando al litoral del municipio.

Con la crisis reinante, pescadores y hosteleros están desesperados. Confiaban en sanear sus maltrechas economías con el inicio de la ya cercana temporada turística, pero ahora ven sus ilusiones desvanecerse poco a poco.

Y como hace casi diez años, hasta ahora Madrid no ha sido capaz de enviar a ningún representante del gobierno para cerciorarse in situ de los daños y ofrecer a los damnificados no tan sólo palabras de apoyo sino también propuestas viables y rápidas de mediación con la central térmica para paliar los tremendos daños ocasionados a toda esa maravillosa zona costera.

Además, aparte de las pérdidas materiales, conviene también recordar los daños colaterales que conlleva una catástrofe ecológica de tal magnitud. Como hace una década con el “Prestige”, hay que contar con el más que probable deterioro del ecosistema marino que tendrá como principal consecuencia que toda una generación de peces, crustáceos y moluscos desaparezca definitivamente por culpa del vertido.

Mientras tanto, nuestros gobernantes prefieren inventar eufemismos para no llamar al “rescate” por su nombre y recortar cada vez más la sanidad pública -vía “medicamentazo” u otros decretos-ley- hasta dejarla en el chasis.

Visto lo visto, parece que actualmente lo único que importa es cómo salvar del naufragio a nuestras manirrotas entidades bancarias a costa de todos los contribuyentes y, mientras tanto, al litoral asturiano y a sus infortunados habitantes, que les den.
Margarita Rey


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