lunes, 17 de septiembre de 2012

Pincelada: Como en los viejos tiempos


Los más mayores entre nosotros habrán seguramente oído hablar de los Montes de Piedad o montepíos. La palabra viene del italiano “Monte de pietà”, ya que nacieron en el siglo XV en el Norte de Italia para ayudar a los más necesitados y para combatir la usura. En España aparecieron en el año 1702 como entidades benéficas que prestaban dinero a gente pobre que, en momentos de necesidad, “empeñaban”, es decir daban en prenda, algún objeto de mayor o menor valor para obtener algún dinero sin tener que llegar al extremo de venderlo.

Con el paso del tiempo más de una familia bien llegó a utilizar esas entidades en momentos de apuros. Y artistas con un joyero bien repleto empeñaban sus alhajas cuando estaban tiesas. La mismísima Lola Flores reconoció en entrevistas que más de una vez había tenido que recurrir al Monte de Piedad por encontrarse en apuros económicos.

Lo curioso del caso es que estas mismas instituciones fueron las que dieron paso a las Cajas de Ahorro que se fundaron para fomentar el ahorro entre la gente humilde. En el año 2008 todavía existían en España 21 Montes de Piedad, todos ellos adscritos a alguna Caja de Ahorro. Ignoro si todavía queda alguna a día de hoy, después de la debacle protagonizada en los últimos años por las Cajas de Ahorro. Pero alguna sí debe existir puesto que, navegando por la red, he encontrado una web de subastas de joyas online en la que participan de manera virtual los Montes de Piedad de diversas Cajas de Ahorro (ver: http://www.subastasmontes.es/).

En estos tiempos de crisis, lo que sí ha proliferado como las setas después de la lluvia han sido las casas de empeño (generalmente franquicias), como alternativa de crédito rápido. Generalmente a la sombra de negocios de compra y venta de oro (“Compro Oro”), las joyas se depositan en la casa de empeño a cambio de una cantidad de dinero. Si el día fijado en el contrato no se ha devuelto el dinero prestado a cambio de la joya, la casa de empeño se queda con ella sin ninguna posibilidad de recuperación. Dependiendo de la política de la casa, algunos de estos negocios conceden como máximo 300 euros, mientras que otros conceden hasta 6.000 euros. También el interés varía de empresa a empresa. Según señalaba hace algún tiempo el diario La Verdad en un artículo dedicado al tema, “muchas personas no quieren desprenderse definitivamente de estos valiosos objetos porque para ellos tienen un valor sentimental muy grande, pero finalmente un 40% si que vuelven a recuperarlas y el otro 60% no regresan y por tanto las pierden”.

También se han creado franquicias de compra-venta de artículos de segunda mano como CashConverters, cuyo lema es: “Compramos lo que no utilizas. Vendemos lo que necesitas”. Según estudios realizados por esta empresa con establecimientos en toda España, ”el mercado de compraventa de productos de 2ª mano en España ha experimentado un crecimiento sostenido durante los últimos años y un 38,2% de la población adulta de España, es decir, más de trece millones y medio de personas, han realizado algún tipo de venta o adquisición en comercios de esta índole..

Según ese mismo estudio, “el perfil medio del cliente es el de mujeres de hasta 45 años, con estudios secundarios o superiores y de clase social media. Estas mujeres acuden a este mercado en alguna ocasión a vender o comprar algo, mientras que 36,8% de los consumidores son clientes 'neutros', 19,6% son 'los que van más justos', y el 9,9% de tipos de consumidor lo completan los tradicionales”.

Es triste que los españoles se vean abocados a tener que requerir los servicios de tales empresas por falta de liquidez. Pero es lo que hay y, en momentos de apuro económico, ambas soluciones son viables. No hay porque avergonzarse de tener que decantarse por una de ellas. Ya vendrán tiempos mejores o, al menos, es lo que todos esperamos.
Margarita Rey

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