domingo, 2 de septiembre de 2012

Pincelada: "Verano caliente"


Ya estamos de vuelta de las vacaciones, pero tengo la impresión de que este pasado mes de agosto ha sido más movidito que otros años. En lugar de esa calma chicha a la que este mes nos tenía acostumbrados, las malas noticias que nos ha brindado día a día el telediario nos han impedido relajarnos como en otras ocasiones (exceptuando los Juegos Olímpicos de Londres), convirtiendo así este agosto en un auténtico “mensis horribilis”.

Ha sido un verano protagonizado por el fuego. La ola de calor, que nos ha deparado temperaturas insoportables rozando en algunos puntos de España los 47 grados, y la sequía han sido las principales causas de que ardiesen nuestros bosques. Con tres veces más suelo quemado que el pasado 2011, los devastadores incendios a lo largo y ancho de nuestra geografía (los últimos en el llamado “pulmón verde” de Málaga) se han llevado por delante maravillas tales como el Parque Natural de Garajonay en La Gomera que, según los expertos, tardará como mínimo un siglo en recuperarse de los estragos causados por las llamas.

Tampoco nos han dado tregua problemas tan acuciantes como la mala salud de nuestra Economía. Temas como los recortes, la subida o bajada de la prima de riesgo, la subida del IVA, el tira y afloja con la ayuda de los 400 euros a los parados y un cada vez más posible rescate (¿blando?) de nuestro país han seguido estando a la orden del día, como siempre con nuestros políticos a la greña, lanzándose lindezas a la cara y mintiendo todos como bellacos.

Y luego el episodio de los asaltos a supermercados en Écija y Arcos, llevados a cabo por un grupo de miembros del Sindicato Andaluz de Trabajadores del Campo (SAT) capitaneados por su secretario general, Diego Cañamero, e instigados por el alcalde de Marinaleda, Rafael Sánchez Gordillo. Podríamos calificarlo casi de sainete sino se tratase de un hecho que tiene un cariz político muy peligroso: el trasfondo anárquico de aquellos que no respetan la propiedad privada. Una ideología nefasta y que tanto daño causó a la Segunda República.

El Sr. Sánchez Gordillo no es ningún nuevo Curro Jiménez (descanse en paz Sancho Gracia que hizo famoso al personaje en la pequeña pantalla y que el pasado mes nos dejó para siempre), pero si quería conseguir notoriedad, la verdad es que ha logrado su propósito. Pero aunque haya llegado a ocupar las primeras páginas de la prensa nacional y extranjera, todos los medios de comunicación coinciden en rechazar su singular manera de proceder. Por muy loables que sean sus intenciones, ni el fin justifica los medios ni estamos en la jungla, donde cada uno puede hacer por la patilla lo que le venga en gana. Hechos así deterioran todavía más la imagen de España en el extranjero en unos momento tan delicados, en los que cualquier atisbo de falta de seriedad como país puede restarnos credibilidad en la Eurozona y colocarnos a la altura de Grecia, que es precisamente lo que se está tratando por todos los medios de evitar.

Aunque como colofón y para continuar estando en boca de todos, no podía faltar la nota chusca y berlanguiana que ha puesto una vecina octogenaria de la localidad zaragozana de Borja al intentar “restaurar” sin permiso de nadie un fresco de más de un siglo de antigüedad que se encuentra en el santuario de Nuestra Señora de la Misericordia de Borja y representa un Ecce Homo.

La mujer tomó la decisión de motu proprio porque el párroco no disponía de medios para su restauración. El resultado ha sido un auténtico desastre que, de la noche a la mañana, ha catapultado a la fama a esta peculiar “artista”. En todo el mundo se habla ahora de Cecilia Giménez y de su estropicio. Un fallido intento que ha hecho famoso al pueblo de Borja y ha convertido al santuario en centro de peregrinación de miles de curiosos. De momento, los que han hecho su agosto (nunca mejor dicho) han sido los hosteleros del pueblo que no daban y todavía no dan abasto en sus establecimientos ante la ola de inesperados turistas que quieren ver el “engendro”. Pero también muchos otros comerciantes se están forrando gracias a la operación de “merchandising” (camisetas, pegatinas, gorros, etc.) creada de inmediato en torno al malogrado Cristo.

Mientras tanto, ante el revuelo mediático causado por su chapuza, la señora Cecilia, presa de un ataque de ansiedad, se recluyó primero en su casa, de donde salió furtivamente el día de la romería a la ermita y desde entonces se encuentra en paradero desconocido. Sin embargo, le auguramos un regreso triunfal dada la lluvia de euros que, de forma inesperada y gracias a su “mal hacer”, le han caído del cielo al pueblo de Borja, santuario incluido.
Margarita Rey



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