viernes, 26 de julio de 2013

Atalaya: El Cid Campeador



Las Historias de todos los países están repletas de mitos y leyendas, incluso de mentiras. El héroe español por excelencia es, sin duda el burgalés Rodrigo Díaz de Vivar, a quien  los moros llamarían El Cid (“el sid”, que significa “caudillo”.
 
Tuvo mala suerte con su nuevo rey castellano, Alfonso VI, que no le perdonó que le tomase el juramento de Gadea. Alfonso tuvo que jurar que no tuvo nada que ver con el asesinato de Sancho II El Fuerte, rey de Castilla. Alfonso VI  le desterró, prohibió que nadie le diese cobijo y ordenó sembrar de sal sus tierras para que quedaran yermas.
El Cid partió hacia el destierro con doce caballeros fieles y por el camino libró varias escaramuzas con los sarracenos, que fueron derrotados. En contra de lo que cuentan los historiadores, otros estudiosos afirman que El Cid fue algo parecido a un mercenario. Luchó contra los moros a favor de los cristianos, pero también mantuvo escaramuzas con caballeros cristianos, que se interponían a sus campañas.
 
Rodrigo Díaz de Vivar consiguió apoderarse del reino moro de Valencia, que convirtió en su cuartel general. Se reunió con él su esposa doña Ximena (Jimena).
 
Entretanto, la fama de El Cid se había extendido por el territorio ocupado por los musulmanes. Del pánico que sentían los sarracenos ante El Cid Campeador da cuenta la leyenda de que muerto El Cid y habiendo sitiado los árabes Valencia, los defensores idearon la estratagema de subir el cadáver de El Cid a su caballo (Babieca) y atarlo a él para que no se cayera. En la mano colocaron su espada (“Tizona”)  e hicieron trotar al caballo hacia las huestes moras. Los sarracenos al ver al Cid huyeron despavoridos.
 
Muchas son las leyendas relacionadas con la Reconquista. A mi parecer, en primer lugar está la Virgen de Covadonga, cuya “aparición” en una cueva asturiana, dio empuje a los caballeros cristianos en el norte de España para iniciar la guerra de liberación de la Península Ibérica. Otro mito es  el Apóstol Santiago (Yago), de cuya presencia en España los historiadores no han hallado pruebas concluyentes. Los cristianos, que luchaban en el norte, para hacer retroceder a los fieles de Alá, vieron de pronto aparecer al apóstol Santiago montado en un corcel blanco y blandiendo una deslumbradora espada. Los moros, aterrados, huyeron. Desde entonces, el grito de guerra de los cristiano era: “¡Santiago y cierra España!”
 
Santiago es el patrón de España. De ahí la ofrenda anual de España a Santiago en la catedral de Compostela.  Franco, caudillo como El Cid y salvador y patrón de España, acudía todos los años el 25 de julio, para abrazar por detrás y reverenciar por delante al apóstol Santiago.   
 

 

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