miércoles, 24 de julio de 2013

Atalaya: La bandera




Objetivamente visto, la bandera es una tela con colores y con dibujos (por ejemplo, un león o una pantera rampante o un animal alado). Franco y sus falangistas (el fundador y jefe, José Antonio, había muerto en no aclaradas circunstancias en la prisión de Alicante) usurparon la bandera monárquica, roja y gualda como la actual, y estamparon en ella un gran águila imperial (“La Gallina”) y los símbolos de los Reyes Católicos: el yugo y las flechas, que ondean todavía los extremistas de derechas en sus manifestaciones. En su narcisismo fascista, Franco ordenó estampar en todas las monedas la leyenda: “Francisco Franco, Caudillo de España por la Gracia de Dios. La izquierda decía: “porque Dios es un gracioso”.
 
Desde un punto de vista idealista o sentimental la bandera es la insignia de una nación, con la que se identifican la mayoría de los ciudadanos. Además, cada región tiene su propia insignia. Todas las banderas merecen respeto. Los separatistas catalanes que queman la bandera nacional como expresión del odio que sienten por España  (¿qué dirían si los demás españoles nos dedicásemos a quemar senyeras?) son además de vándalos unos ignorantes. La bandera sólo es símbolo de una nación o una región si está intacta. Si se quema o se desgarra pierde su valor simbólico para convertirse en un vulgar trapo. Los separatistas vascos han hallado otra forma de “suprimir” la bandera nacional: la hacen desaparecer en favor de la ikurriña.
 
En un plano musical, existe otro símbolo: el himno nacional, que escuchan con fervor los “patriotas” y con respeto los demás ciudadanos. Como en una plegaria, los norteamericanos mueven los labios y se llevan la mano al corazón cuando suena su himno. En el land (región) alemán de Baviera, uno de los más nacionalistas y además más alemanes de Alemania se interpreta el himno de Baviera (“Dios esté contigo, tú tierra de los bávaros…), pero con igual sentimiento nacional también suena el himno de Alemania, cuya melodía y la tercera estrofa han sobrevivido a la dictadura nazi.
 
Una peculiaridad del himno nacional español es que no tiene letra. Poetas, lameculos del dictador, entre ellos el mediocre Pemán, se esforzaron por ponerle letra al himno (también llamado Marcha Real, Marcha de Granaderos), cumpliendo los deseos del megalómano general golpista, que rechazó todas las letras por ser tan rimbombantes que le dejaban a él en ridículo. El himno nacional español se interpretó desde el siglo XVII, con la excepción del trienio liberal (1820-24), la República (1873-74) y la Segunda República (1931-36). El novelista, Pérez Galdós, refiere que en una reunión del rey de Prusia, Federico el Grande, con el embajador de Carlos III, el diplomático mencionó que España no tenía himno. Federico revolvió en su mesa varias partituras y escogiendo una de ellas se la tendió al embajador español como regalo. Otras fuentes dicen que el himno nacional fue un regalo de Federico a su sobrina, María Amalia de Sajonia, por su boda con Carlos III.
 
Así pues, los que queman banderas nacionales y los que abuchean o silban para que se impida oír el himno español son, en mi opinión, una jauría suelta de amputados cerebrales.
 
 
 

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