viernes, 20 de septiembre de 2013

Nuestra lengua: “Pagar”



A los españoles nos gusta vernos como rumbosos, desprendidos, dadivosos. Los extranjeros alaban las proverbiales generosidad y hospitalidad españolas, aunque algunas veces nos pasemos y cuando vivimos en el Extranjero, viendo cómo se portan algunos con nosotros, nos preguntamos si no somos demasiado generosos o, dicho con otras palabras, no estaremos "haciendo el primo".
 
Los turistas que visitan España se quedan asombrados cuando ven cómo los españoles se disputan por pagar la cuenta. El que consigue pagar se siente orgulloso de su proeza, cuando, así me decía un amigo alemán, en realidad el único motivo de orgullo tendría que ser ahorrarse el gasto. Estos problemas no se dan en Alemania donde, como se sabe, cada uno paga su propia consumición. A ellos no les gusta eso de “pagar a escote” (que es lo que ahora más se lleva, especialmente entre la juventud), por si acaso alguien ha tomado un vino, una cerveza o un café de más, consumición que iría a costa de los que han tomado menos. A algunos, si por casualidad están a dieta, se les pondría cara de vinagre si tuviesen que rascarse el bolsillo y pagar parte de la comida de los que han consumido un menú completo.
 
Como español que ha residido media vida en Alemania, el otro día me preguntaba si aquí realmente se  siente ufano el que paga (el que “tira de cartera”), o si no le rondará algún gusanillo por el coco que le recordará lo pachucha que está su cuenta bancaria. Pero, en cualquier caso, si asomara alguna sombra de duda  por haber sido el pagano, el español “cañí” la apartaría de su cabeza de un manotazo imaginario por ser indigna de un hidalgo. Y si la cuenta del banco anda birriosa, el buen español moderno tira de tarjeta como nuestros antepasados tiraban de la espada o del sable. Por cierto, desde que existen las tarjetas de crédito, está despareciendo esa tradición tan española del “sablazo”. Ahora los sablazos se dan a los bancos, siempre que éstos no hayan puesto límite al crédito, con lo cual se salvan muchas amistades. Ya conocen ese dicho español de “quien presta dinero a un amigo, pierde el dinero y el amigo”. Los bancos no son amigos y nunca pierden su dinero.
 
 

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