viernes, 1 de noviembre de 2013

Atalaya: Argentina




Es curioso. Mientras los torturadores latinoamericanos vivían (viven) impunemente en sus países, atormentados por dictaduras fascistas, en España ocurría (ocurre) lo mismo.  Estando Pinochet visitando a Margaret Thatcher, un conocido juez español pidió a Londres la extradición  del golpista y cruento dictador chileno, que le fue denegada recurriendo a mil y pico de artilugios, incluido el presunto mal estado de salud del tirano.  Pero también, por parte de influyentes magistrados españoles surgieron reparos  y Pinochet pudo regresar con espléndida salud a su país, que entretanto había retornado a una democracia conservadora, que siguió protegiendo al déspota. España también pidió la extradición del oficial de la Escuela Mecánica de la Armada, que dirigía, con otros  verdugos,  la operación de deshacerse de rojos (rojas) por el procedimiento de lanzarlos al mar desde aviones. El criminal fue entregado y juzgado. Videla purgó sus atrocidades en Argentina,  donde murió, llevándose consigo, como su veterano compadre gallego, Franco, el secreto de si en el último instante se arrepintió y pidió perdón “al Altísimo”  por sus atrocidades.
 
Ahora, la democrática Argentina pide formalmente la extradición de los acusados de torturas en el franquismo. España deberá decidir si accede a que Juan Antonio González  Pacheco, alias Billy el Niño y Jesús Muñecas Aguilar, los dos más terribles torturadores de miembros de la oposición democrática, sean juzgados en Argentina por crímenes de lesa humanidad.
 
La juez, María Servini de Cubia se basa en el principio de justicia universal, ya que entiende que estos colaboladores del régimen franquista no responderán en España  por sus delitos. Los dos disfrutarán tan tranquilos  su jubilación.  No les vendría mal el viaje a un tribunal y una cárcel argentinos, donde ahora se imparte justicia y no salvajes palizas. ¿Por qué en los últimos 30 años ningún juez de la democracia ha imputado a esos sanguinarios?  Una pregunta dirigida al ex presidente del Gobierno,  Felipe González y el también ex presidente Zapatero: miedo a los ¿todavía? fuertes poderes fácticos, que también les ha  hecho aplazar y aplazar  la retirada de los símbolos franquistas de los lugares públicos y solucionar el problema, para los demócratas,el Valle de los Caídos. Al ex presidente Aznar no se le piden cuentas: es de la misma cuerda derechista.
 
 

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