miércoles, 16 de julio de 2014

Atalaya: Pedofilia en la Iglesia católica



Recientemente, el papa reformista Francisco, a quien “Dios” conceda larga vida, ha tratado el escabroso e indignante tema de la pedofilia en la Iglesia, en la que están involucrados no sólo sacerdotes, sino también obispos e incluso cardenales, que callan o encubren los unos a los otros. Según los datos que han sido recogidos por sus más estrechos colaboradores, se cifra en el 2% el porcentaje de pedófilos en el seno de la “Santa Madre Iglesia”. Según el diario italiano “La Repubblica”, este porcentaje podría ser más numeroso.

El papa, que ya pidió formalmente disculpas por este vergonzoso proceder de quienes han de dar ejemplo, no sólo religioso, sino también ético, hace unos días pidió perdón sinceramente ante seis víctimas durante una misa en El Vaticano, volvió a fustigar los abusos sexuales a menores como “la lepra de la Iglesia” y aseguró con toda firmeza que será implacable. Prometió que como Jesús usará el bastón contra los pedófilos.

El portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, declaró que algunas de las citas “han llamado mucho la atención y no pueden ser atribuidas al papa Francisco”. En el Vaticano se señala que la educación de los hijos ha desaparecido de las familias como deber principal. Dice el papa que esa gravísima omisión de valores espirituales abre las puertas a toda clase de vicios en los que pueden participar parientes y amigos. “La corrupción de un muchacho es más terrible y abyecto de lo que uno se puede imaginar”.
Sobre otras de las cuestiones en las que puede abrir una puerta está la del celibato, un “dogma” artificial, como todos los dogmas. Francisco puede acabar con la absurda exigencia del celibato, que se estableció por las jerarquías eclesiásticas en el siglo X. La prohibición se debió a motivos testamentarios: La Iglesia, a la que pertenece todo, no quiere herederos.

El celibato, que prohíbe que los sacerdotes y demás eclesiásticos puedan contraer matrimonio (o mantengan relaciones sexuales con una mujer), es la fuente de muchas aberraciones (y también cargos de conciencia) entre los curas o el clero que recurren a “trabajadoras del sexo” o tienen una amante. En ninguna parte figura que el Jesús (histórico) hubiese prohibido lo sexual a los cristianos  ni que él mismo tuviese una posible amante (María Magdalena). El celibato no sólo conduce a la masturbación, sino también a abusos sexuales con menores. Los curas (como los obispos y cardenales) también son hombres. La “Iglesia” viene a ordenar a los religiosos que si lo sexual acosa, se recurra al látigo y se flagele la espalda hasta que mane la sangre. Deseamos al papa Francisco energía para erradicar estos errores inhumanos desde el corazón de la Iglesia que representa en la tierra.
 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario