viernes, 18 de julio de 2014

Leído en la Prensa. La danza del Gaucho




Los alemanes, por ese extraño complejo subyacente que tienen, se comportan a menudo de forma detestable cuando ganan alguna competición a nivel mundial, lo que hace que nos olvidemos de sus méritos anteriores. Y es que dan a menudo la impresión de que, en lugar de haber triunfado en un campeonato deportivo, hubiesen  ganado una guerra. Este ha sido también el caso ahora, al coronarse como Campeones del Mundo de Fútbol, después de vencer en Brasil a la selección argentina.
 
Quizás hayan visto en la tele el bochornoso espectáculo que dieron en Berlín cinco jugadores del equipo alemán, en el fiestorro organizado en la Puerta de Brandenburgo para sus fans,  donde demostraron su falta de inteligencia y se comportaron como esos turistas beodos que conforman el grueso de la clientela de Ballerman 6 en la Playa del Arenal de Mallorca.

En un intento de entretener al medio millón de hinchas que habían acudido a vitorearles,  los jugadores Roman Weidenfeller , André Schürrle, Shkodran Mustafi, Mario Götze, Miroslav Klose, y Toni Kroos tuvieron la gloriosa idea de querer plasmar su superioridad sobre el equipo rival ejecutando un improvisado baile, en el que, en plan “mono”, caricaturizaban al equipo argentino.
 
Arropados por los vítores de los aficionados, los futbolistas cantaron: “So gehen die Gauchos” (“así caminan los gauchos"), mientras paseaban encorvados sobre el escenario. Y después, erguidos, desafiantes y fieros, continuaron: "und so gehen die Deutschen, die Deutschen gehen so” (“y así caminan los alemanes, los alemanes caminan así”). Y como les gustó tanto la gracieta, la repitieron varias veces, mientras sus fans coreaban vociferando el estribillo.

El revuelo que se organizó en la prensa fue monumental. Especialmente la argentina, les puso como hoja de perejil. Pero tampoco la alemana se anduvo con chiquitas. Así, la edición en español de la Deutsche Welle (La Voz de Alemania) escribe:

Campeones... pero no del humor
Alemania todavía no se pone de acuerdo sobre si criticar o excusar a sus futbolistas campeones del mundo por la falta de tacto al celebrar aludiendo al rival derrotado con una broma que ha generado pocas risas.

Al día siguiente de la fiesta siempre queda la resaca. En el caso de la selección alemana el dolor de cabeza posterior a la celebración del triunfo en el Mundial no es culpa del alcohol sino del baile ejecutado en medio de una embriaguez de alegría. La “Danza del Gaucho” se ha convertido en el símbolo de un festejo desbordado en el que a juicio de muchos “se les fue la mano” a los protagonistas.

A los jugadores de la selección alemana, y en especial a los bailarines Miroslav Klose, André Schürrle, Shkodran Mustafi, Mario Götze, Roman Weidenfeller y Toni Kroos, quienes pusieron en escena la coreografía y aportaron las voces al canto, les ha tocado enfrentar reacciones críticas que van desde acusaciones de “racismo” y “arrogancia”, hasta “insensibilidad” y “de mal gusto”.

¿Dónde queda la risa?
La jefe de redacción del periódico taz, Ines Pohl, comentó vía Twitter la “Danza del Gaucho” de los alemanes asegurando “y ahora la verdadera cara. Qué pena”. El diario Frankfurter Allgemeine Zeitung calificó la actuación de sus futbolistas como un “autogol gigantesco”, mientras el Tagesspiegel aseguró “se acabó la humildad alemana, ahora no basta ganar, hay que torturar al derrotado. Esto prueba que en el fútbol no solo hay mentecatos, sino también enormes mentecatos”.
Curiosamente, mientras en Alemania discurría el debate por las redes sociales, los programas de televisión, las estaciones de radio y los medios impresos, la mejor descripción de lo que pasó en la Puerta de Brandenburgo en Berlín llegó desde Buenos Aires. El diario argentino La Nación tituló su nota al respecto hablando de una “Polémica broma”.
 
“Los alemanes, como demostró lo sucedido en la celebración del título como campeones del mundo, no son maestros del humor. Mario Götze no es Mr. Bean, Toni Kroos, no es Charlie Chaplin, y Roman Weidenfeller no logra emular a Cantinflas. Pese a ello, condenarlos por su fallido intento de querer ser divertidos, y compartir su alegría en una fiesta popular con sus compatriotas de la manera equivocada, es un desafuero de similares dimensiones a las de su baile”.
 
El que se ríe, se aguanta
Los 27 segundos que duró la puesta en escena de la “Danza de los Gauchos” repentinamente pretenden tomarse en el país como referencia para evaluar la postura moral de la selección alemana y establecer el verdadero fondo de su papel como representante de una sociedad. Esa actitud autocrítica, muy típica en Alemania, es loable, pero deja de lado la consideración fundamental de que el humor ácido hace parte del fútbol tanto como el balón.

Como ejemplo basta darle una mirada a cómo tanto Argentina como Brasil aprovecharon el Mundial para azuzar su histórica rivalidad deportiva sin que el tema adquiriera ribetes de problema, sino que más bien fue asumido como parte de la fiesta del Mundial. Los aficionados argentinos, antes de empezar el partido final de la Copa del Mundo, cantaron en el Estadio Maracaná "Brasil, decime qué se siente tener en casa a tu papá. Te juro que aunque pasen los años, nunca nos vamos a olvidar... Que el Diego te gambeteó, que Cani te vacunó, que estás llorando desde Italia hasta hoy. A Messi lo vas a ver, la Copa nos va a traer, Maradona es más grande que Pelé". Después del partido los brasileños tomaron revancha y variaron la letra de la canción que tanto los hirió en su orgullo propio: “Argentina, decime qué se siente ver de lejos cinco estrellas brillar. Te juro que aunque pasen los años, nunca nos vas a alcanzar... Tenemos solo cinco Copas y sin trampa, mi papá no se dopó para jugar. Una cosa decimos para nunca olvidar, Pelé solo tiene más Copa que vos". En uno y otro bando hubo quienes se sintieron ofendidos, pero la mayoría estuvo compuesta por quienes disfrutaron con las “punzadas” de ironía, que obviamente solo le parecen verdaderamente chistosas al que está en el lado ganador. Pero los aficionados al fútbol, más moderados que muchos comentaristas, saben que eso puede cambiar muy rápido, y que la hora de la revancha siempre llega.

En Berlín la alegría de los jugadores alemanes se desbordó, pero como comunicó oficialmente la Federación Alemana de Fútbol (DFB) la “Danza del Gaucho” nunca tuvo un trasfondo despectivo. “Nos da pena si algunos la entendieron falsamente, nosotros sentimos un gran respeto por Argentina y nos alegramos mucho de nuestro reencuentro en Düsseldorf en el partido amistoso del próximo 3 de septiembre”, dijo el presidente de la institución Wolfgang Nierbasch.

Fuente: Deutsche Welle
 
Desgraciadamente, los alemanes suelen tener el palito de convertir algo tan positivo como una victoria en una derrota. Y es que, por mucho que intentemos convencernos de que el pueblo alemán actual no tiene nada que ver con la Alemania de Hitler, en el subconsciente colectivo todavía siguen pesando mucho los horrores de la Segunda Guerra Mundial, que se cobró la vida de entre 50 y 60 millones de personas en todo el mundo. Por eso mismo, las patochadas prepotentes de ese grupito de jugadores descerebrados han conseguido empañar el brillo de una celebración tan importante, causando reacciones en todo el mundo que van del estupor a la clara repulsa.

En mi caso ha predominado la tristeza (no hay que olvidar que he pasado la mayor parte de mi vida en Alemania y he dejado muchos y buenos amigos allí) al constatar la diferencia entre esta fiesta y la de La Roja hace cuatro años, donde sólo hubo alegría y ninguna nota malsonante. Puede ser que nosotros, los "Südländer" (como se nos denomina despectivamente a los meridionales en Alemania), con ese gran sentido que tenemos del ridículo, tengamos una manera muy distinta de celebrar ese tipo de eventos, sin regocijarnos y hacerle burla al derrotado.

Ojalá que las innumerables criticas sirvan para que las federaciones responsables tomen cartas en el asunto y contraten, además de al míster de turno, los servicios de psicólogos del deporte que se encarguen de mejorar la conducta de estos profesionales del balón que cobran millones por su trabajo. Esto les evitaría meter la pata de forma tan estrepitosa y comportarse como personas cabales que tienen que dar ejemplo, tanto en la victoria como en la derrota, al resto de los ciudadanos, en lugar de animarles a conducirse como cretinos.
 
M.R.


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