lunes, 22 de septiembre de 2014

Atalaya: La Bolsa




Estoy seguro de que la mayoría de la población no entiende las noticias y comentarios  sobre la Economía y la Bolsa en los medios de comunicación. Y no sólo en España,  sino en el resto de los países. Creo que en los países donde más se vive la Economía y se juega en la Bolsa, no llegarán a un 8%, en el mejor de los casos, los que sepan de qué va. Pero lo curioso es que todos hablan de dinero, sobre todo quienes no lo tienen, y de especular, si cuentan con, digamos, unos cinco mil euros. Parece que todos quieren hacerse ricos con los intereses y, en vez de guardar su modesto dinero en una sencilla cartilla, lo colocan en una “cuenta depósito”, porque los bancos les prometen mayores intereses, pero, eso  sí, no podrán disponer de su dinero en el momento que lo necesiten. Habrán de cumplir el plazo estipulado entre el cliente y la entidad bancaria. Aunque, a veces, como en el escandaloso caso de “las preferentes”, al cliente les hubiese valido más guardar el dinero debajo del colchón para evitar ser desplumado por los Bancos en un caso de fraude bancario sin precedentes en España.

En nuestros días la vida gira más en torno a la Economía que a la Política, que cada vez es más dependiente  de grandes centros de poder, como Wall Street , el Fondo Monetario Internacional o el Banco Europeo. Por eso, no estaría de más que en las escuelas e institutos se enseñen los elementos básicos de la Economía, mucho más útiles que esas asignaturas religiosas, basadas en lo irracional y fantástico.

La Bolsa es un mercado en los que se comercializan determinadas clases de productos, un punto de encuentro o de contacto entre empresarios e inversores (ahorradores o, simplemente, especuladores). En la Bolsa se ponen de acuerdo  vendedores y compradores para comprar y vender algo por un precio. Estos dos términos son de esencial importancia en la Economía.  Sin empresarios ni “ahorradores” no habría Bolsa. El mercado bursátil resuelve el problema de la valoración de los activos  financieros a través del mecanismo de la oferta y la demanda. Para que el sistema bursátil sea efectivo es preciso que la información dada al cliente sea lo más transparente posible.

Y precisamente eso fue lo que le faltó al ingenuo e ignorante colectivo de víctimas de las llamada Preferentes, generalmente ancianos, que confiaron los ahorros de toda una vida a desalmados estafadores, aprovechándose del respeto y la confianza que suelen infundir a personas mayores los empleados de entidades como las cajas de ahorro. Pero también hay que recordar a “esos inversores” el dicho de “no meterse en camisas (bancarias) de once varas” o ese otro que dice: “la avaricia rompe el saco”. En cualquier caso,  si usted desea y puede invertir o jugar en Bolsa, acuda a un asesor financiero acreditado y avalado por su buena fama. 

Jugar en Bolsa no tiene en absoluto nada que ver con las cutres y fraudulentas “Pirámides”, perseguidas por la policía, en las que unos sinvergüenzas bien trajeados estafan  a personas de diversa procedencia y clase social invitadas a un acto de presentación, organizado sólo con ese fin, por ejemplo en el salón de un hotel. Entre los invitados hay cómplices que hacen correr la voz de lo rico que se pueden hacer los ingenuos allí congregados, si invierten en el “maravilloso negocio” que, a la postre, sólo resultará pingüe para los promotores del sistema piramidal en cuestión. 

Mucho peor que la “Pirámide” es la corrupción, porque nos atañe y perjudica a todos. Los procesos por corrupción son en España más lentos que “el caballo  del malo”. Ahora estamos viviendo el comienzo del largometraje “El honorable Pujol”,  que junto al culebrón de la “independencia” de Cataluña viene  copando desde el verano todos los medios informativos. ¿Conseguirá destaparse la cuantía exacta de la fortuna amasada a lo largo de los años por el clan Pujol-Ferrusola, presuntamente robada a los catalanes y demás españoles, o logrará la “honorable” mantenerla a salvo del ministro Montoro en los múltiples paraísos fiscales donde supuestamente anida?
                                                                                                                                            

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