viernes, 31 de octubre de 2014

Pincelada: Votantes con Alzheimer




Habíamos terminado ya la sobremesa cuando ayer, de camino a la cocina con los platos, al pasar por delante del televisor, vi de reojo en La Sexta una noticia que me puso de malhumor. De hecho, se había hablado mucho del tema hace un par de semanas y no tengo ni idea del porqué de la repetición.

En todo caso, sea cual fuere el motivo por el que La Sexta volvió a sacar el asunto a colación, se trata de un delito electoral grave: la acusación de “carretaje de votos” en los últimos comicios regionales de 2012 en la provincia de Lugo por el que han sido imputados varios miembros de la Ejecutiva Provincial del Partido Popular, con José Luis Iravedra Lestral, extesorero del PP de Galicia, a la cabeza.

Al parecer, los dirigentes populares pudieron utilizar para fines electorales a ancianos aquejados de enfermedades mentales propias de su edad. Estas personas fueron trasladadas del geriátrico en el que residían (regentado por monjas de la caridad) directamente a las mesas electorales para depositar sus papeletas de voto (que los populares habrían previamente rellenado), a pesar de que dichas personas, debido a las enfermedades que constan en los informes forenses (demencia senil, Alzheimer), carecían de la capacidad para comprender y decidir el sentido de su voto.
 
Pero no se trata de un hecho aislado, también existen denuncias procedentes de Cambados (Pontevedra) y del municipio orensano de Ramirás, donde según el PSdeG, "un autobús, cuyo conductor aseguró que estaba pagado por el PP, trasladó a los ancianos residentes en los geriátricos de la zona a las mesas electorales”.

Aunque no hay que irse a la otra punta de España. A mí me consta que en muchas otras Comunidades sucede lo mismo con personas mayores que han perdido sus facultades mentales y que viven en asilos pertenecientes a órdenes religiosas. También conozco casos de familias peperas próximas al Opus que, con todo el morro, se han llevado al papá o la mamá al colegio electoral para que introduzcan en la urna el voto que llevaban bien metidito en su sobre desde casa. De lo único que tenían que preocuparse es de que nadie en la mesa electoral se diese cuenta de que el familiar en cuestión estaba más “p’allá que p’acá”.

Más preocupante todavía es el resultado de un estudio realizado hace un par de años por los doctores G. Torrijos, R. López de la Torre, A. Bartolomé, A. Merino, A. Macías, AM García-Gasco y JM López, de la Unidad de Memoria y Demencias del Hospital Cantoblanco de Madrid, con el que se pretendía investigar si pacientes con demencia votaron en las pasadas elecciones generales del 20-N de 2011 y compararlos con los resultados del mismo estudio realizado en los comicios del 9 de marzo de 2007. Y la respuesta es SI, que una parte importante de pacientes con demencia van a votar o sus familiares lo hacen por ellos.

Claro que esta clase de picaresca no se da únicamente en España. Conozco varios casos en Alemania, donde votar por correo es mucho más sencillo que aquí. Allí, ha sucedido más de una vez que, en el seno de familias conservadoras y votantes de la reaccionaria CSU (Unión Cristiano Social), se ha dado el cambiazo a la papeleta de voto de la abuelita progre, votante de toda la vida del tan odiado SPD (Partido Socialdemócrata Alemán), antes de llevar el sobre a Correos.
Margarita Rey

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