miércoles, 1 de octubre de 2014

Tema de hoy: Fallece el ex superministro Miguel Boyer


El lunes nos llegó la noticia del fallecimiento de Miguel Boyer a los 75 años de edad. Un nombre casi más conocido por la fama de su esposa, Isabel Preysler, que por su larga trayectoria como economista y político. 

Ya cuando fue fichado por Felipe González para su Gabinete en la sombra, Boyer tenía un currículum fuera de serie (Premio extraordinario de  la Universidad Complutense de Madrid), con dos carreras, la de Ciencias Físicas y la de Económicas, economista del servicio de estudios del Banco de España, director de Estudios del Instituto Nacional de Industria (INI) y director de Planificación de Unión de Explosivos Riotinto.

Tras ganar el PSOE las elecciones en 1982,  González le nombró  titular de Hacienda, Economía y Comercio, cargo que ocupó del 3 de diciembre de 1982 hasta su dimisión el 6 de julio de 1985, oficialmente por cansancio y realmente debido a sus divergencias políticas y personales con el entonces vicepresidente Alfonso Guerra.

Es cierto que Boyer era hijo de catalanes republicanos exiliados en Francia, donde él nació en 1939. También que militó en el partido socialista desde los años 60 y que en aquel siniestro periodo fue alguna vez encarcelado por su oposición a la dictadura. Sin embargo, sus ideas eran más bien las de un socialdemócrata pasado por agua o, como hemos podido leer en algunos periódicos, "descafeinado".

En su época de “superministro”, Boyer, de carácter poco amable e incluso tirando a soberbio, se granjeó más antipatías que simpatías dentro y fuera de su partido. Dentro, porque sus políticas de ajuste no fueron del  agrado ni de los guerristas ni de los sindicatos que las (des)calificaban como demasiado liberales (fue el responsable del decreto Boyer de liberalización de horarios comerciales y actualización de alquileres urbanos, el iniciador de los llamados “contratos basura” y de la primera reforma de las pensiones). Y fuera, por la reconversión industrial y la destrucción de puestos de trabajo que ésta conllevó, así como la famosa expropiación del grupo RUMASA, de Ruíz Mateos (a quien todos recordamos disfrazado de “Superman” y cubriendo de improperios al ministro).

Ya por aquel entonces Boyer estaba  enrollado con la Marquesa consorte de Griñón, Isabel Preysler, a quien Alfonso Guerra en petit comité llamaba despectivamente “la china”. También él estaba todavía casado con su primera esposa, la discreta doctora Elena Arnedo, lo que supuso un escandalazo de primer orden cuando la prensa rosa hizo público el romance. Una polémica relación, que comenzó como "affaire" por la que nadie daba dos duros y que acabó convirtiéndose desde el mismísimo día de su boda (en enero de 1988) en uno de los matrimonios más estables de la jet set.

Aunque yo, personalmente, dudo mucho que sea así porque los cambios tan radicales de ideología no se suelen producir por amor sino por algún rebote de tipo personal  o por intereses de carácter económico, dicen las malas lenguas que fue la bella Isabel quien hizo que Miguel cambiara de bando y se convirtiese en un defensor a ultranza de ideas políticas totalmente contrarias a las que había defendido hasta entonces. Ello le llevó a darse de baja del PSOE en 1996 y a  apoyar públicamente al PP de José María Aznar.  José Mari supo premiarle y le propuso personalmente como miembro del patronato de la fundación del  PP, FAES, de la que formó parte de 2002 hasta 2011.

Pese a que desde su dimisión como ministro siempre tuvo puestos de alto rango en los consejos de administración de empresas de renombre como el Banco Exterior, Cartera Central, Grucycsa,  FCC,  CLH, Reyal Urbis y Red Eléctrica de España, su persona pasó a un segundo plano, ya que el primero lo ocupaba su esposa Isabel Preysler, considerada como la reina del “papel couché” e imagen de empresas como Porcelanosa, que contaba con ingresos –según se dice– superiores a los del ex ministro a pesar de su enorme bagaje intelectual.

Una bonanza económica que Isabel no dudaba en mostrar a la prensa del corazón, de la que sacaba pingües beneficios gracias a sus exclusivas. Así, en un reportaje publicado a bombo y platillo por la revista “Hola”, una de las principales fuentes de ingresos de la nueva Sra. de Boyer, toda España pudo ver por fuera y por dentro su ostentosa nueva residencia en Puerta de Hierro, a la que el pueblo llano puso el mote de “Villa Meona” por contar con 14 cuartos de baño.

En 2012 Miguel Boyer sufrió un ictus cerebral que le obligó a retirarse de todas sus actividades profesionales para concentrarse en una dura rehabilitación. Tras ese grave accidente cerebral, su única aparición en público fue el 29 de enero de 2013 para asistir solo, sin su esposa Isabel, al coloquio: Un balance de 35 años de democracia. ¿Continuidad o Reforma?, presentado por el periodista Iñaki Gabilondo donde sorprendió con su mejoría al público presente, entre el que se encontraban Paloma Segrelles, Eduardo Zaplana, Carme Chacón y José Blanco.

Anteayer, una embolia pulmonar acabó a las pocas horas de su ingreso en la conocida Clínica Rúber Internacional con la vida de Miguel Boyer, una vida con tantas luces como sombras, aunque en sus últimos años, convertido -muy a pesar suyo- por obra y gracia de la prensa rosa en marido-consorte, los flashes de los fotógrafos no dejasen de acompañarle. 

Por deseo de los familiares, Boyer  recibió sepultura ayer por la tarde en el cementerio de San Isidro (Madrid) en la más estricta intimidad. Descanse en paz.

Margarita Rey

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