viernes, 12 de diciembre de 2014

Curiosidades: La serpiente fue más fuerte



El pasado 19 de noviembre les comenté el (des)propósito del explorador, aventurero o cómo quieran llamarle, Paul Rosolie, que había anunciado que, ataviado de un traje especial para protegerse, se dejaría engullir vivo por una anaconda gigante en Amazonia. Por aquel entonces, el primer calificativo que se me ocurrió para ese pollo fue el de “sucker”, término que prefiero no traducir porque se trata de una ordinariez. El documental iba a ser emitido el 7 de diciembre por la cadena “Discovery Channel”.
 
Y efectivamente así fue. Pero llegado el momento, lo único que pudieron presenciar los espectadores fue al ofidio rodeando con sus anillos al hombre en una especie de abrazo, que hubiese podido ser letal de no haber sido rescatado a tiempo por el equipo de técnicos que le acompañaba para filmar su hazaña. Y es que ese tipo de serpientes, a las que se considera las más grandes del mundo, se enroscan alrededor de su presa para inmovilizarla, la asfixian y le rompen los huesos con toda la fuerza de su enorme peso (ésta en cuestión dicen que pesaba 200 kg) antes de ingerirla poco a poco para no lastimarse. Gracias a su singular mandíbula, que se desencaja y luego se vuelve a colocar en su sitio, la anaconda es capaz de tragarse a sus presas enteras, sin necesidad de triturarlas. Su digestión es muy lenta (puede durar varias semanas). Durante ese tiempo la serpiente permanece inactiva, en un estado casi letárgico, lo que la convierte en un botín fácil para los cazadores furtivos.
 
Y este es el punto al que quería llegar. Al parecer, todo el quilombo que se organizó en torno al ambicioso reportaje “live” (en directo), incluidas las protestas de grupos animalistas como PETA, que se habían calculado de antemano, era un “gag” publicitario ideado por Paul Rosolie para llamar la atención del gran público sobre las amenazas que se ciernen sobre la  selva amazónica: la brutal tala intensiva de sus árboles, algunos de ellos milenarios. Este primer paso para su deforestación destruye el hábitat natural de las tribus indígenas y de muchos animales únicos que la pueblan, entre ellos serpientes como la anaconda, que debido al afán de lucro de las empresas madereras están a punto de convertirse en especies en riesgo de extinción.
 
No sé a quién se le ocurriría la gloriosa idea de utilizar al pobre bicho para recaudar fondos destinados a la conservación medioambiental de la selva amazónica, una ardua tarea en la que Greenpeace lleva invertidos decenas de años de trabajo, con escaso éxito por cierto.
 
En mi opinión, Rosolie se mereció el mal rato que pasó al sentirse atrapado por la serpiente que, con la cabeza entre sus mandíbulas, estuvo a punto de descoyuntarle el hombro y de romperle un brazo. Preso de pánico ante una situación que se le escapaba de las manos, el “naturalista” tuvo que recurrir al dispositivo de llamada que llevaba instalado en esa vestimenta modelo “Darth Vader” que llevaba puesta para ser rescatado por su equipo. Al parecer, la serpiente no sufrió daño alguno, aparte del susto que se debió llevar ante el insólito comportamiento de ese extraño trofeo de caza, que primero la animó a capturarle con el apetecible olor que emanaba de su raro atuendo, embadurnado en sangre, para luego liberarse milagrosamente de sus fauces gracias a la ayuda de otros misteriosos rostros pálidos.
 
Tras su emisión en Estados Unidos, el controvertido programa se podrá ver en este mes de diciembre en varios países europeos y luego en América Latina. Seguro que no tardará mucho en llegar a España, pero palabrita del Niño Jesús que no seré yo quien lo vea.
 
Margarita Rey


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