lunes, 27 de abril de 2015

Atalaya: El „cementerio Mediterráneo“



 
Los días pasados, unas 800 personas desaparecieron en aguas del Canal de Sicilia cuando intentaban llegar a la isla como inmigrantes ilegales o como peticionarios de asilo huyendo del terror de esa horda que se llama Estado Islámico(ISIS), instalado en el norte de Siria y sus activos terroristas, los yihadíes (“guerreros santos”), que torturan y ejecutan indiscriminadamente a poblaciones enteras en nombre de Alá. Se trata de la mayor tragedia de este tipo ocurrida en las dos últimas décadas.

La escalada de estos trágicos sucesos ha colmado la paciencia de Italia y España, principales vías de penetración de los emigrantes. En España la situación se hace insoportable en Ceuta y Melilla, lugares elegidos por los inmigrantes para entrar en territorio español y, desde allí llegar a la Península, escalando las “concertinas” (vallas hechas con alambre de cuchillas) de la frontera con Marruecos. Allí, su enérgica policía empuja a los inmigrantes otra vez hacia las vallas. En general, en las costas mediterráneas españolas rara es la vez que la guardia civil guardacostas no tiene que salvar de morir ahogadas a estas personas que no tienen la culpa de la miseria, explotación y tiranía de jefezuelos corruptos o de fanáticos terroristas, que desean establecer en África y en el resto del planeta un Islam teocrático bastante alejado del auténtico Islam. Leído con espíritu abierto, el Corán es amor y poesía, no así la cruel ley islámica, la “sharia”, de la que huyen los inmigrantes que pueden pagar a los canallas traficantes de personas, que los embarcan en inestables pateras, en frágiles cayucos o en barcos destinados al desguace, como el que se ha hundido ahora en aguas sicilianas.
 
Italia y España han exigido que la Unión Europea, que hasta ahora solamente se preocupa del capital, se moje. El pasado jueves se reunió en una Cumbre extraordinaria el Consejo Europeo, que, como era de esperar no llegó a ninguna solución política. Lo único que se acordó fue triplicar el presupuesto destinado a las operaciones de vigilancia y adelantar al 13 de mayo la propuesta de la UE sobre un nuevo plan de política migratoria. Aunque, para ser ecuánimes, el incremento de presupuesto no es en realidad tal, pues cuando entre en vigor apenas volveremos a estar como antes del drástico recorte que sufrió al comienzo de la crisis económica.

Para los países del norte de Europa parece que la tragedia que están viviendo Italia y España (en parte también Grecia) es una mera anécdota. La poderosa UE lleva años sin ponerse de acuerdo sobre un programa solidario para poner fin a estos dramas, en los que también perecen niños y mujeres, algunas embarazadas. La UE ha prometido ocuparse del caso, una promesa que Bruselas tiene que cumplir ahora mismo.

El problema de la inmigración ilegal ha de combatirse en el lugar de origen. Principal tarea es desarticular las mafias de la trata de personas, para lo cual la UE habría de formar un grupo altamente efectivo antimafias, en el que actuarían policías de todos los países de la Unión con una red de los más eficaces servicios secretos, que actuarían en los países de embarque de los inmigrantes y peticionarios de asilo. La Unión Europea (junto con la ONU, que parece dormir como la UE el sueño de los justos) tiene también que emplearse en combatir a los terroristas y en establecer democracias, conforme  a la mentalidad de los diversos pueblos africanos, velando militarmente por su estabilidad.

Lo que estamos viviendo con África, dando la espalda a la realidad, puede convertirse el día de mañana en el mayor peligro para nuestra identidad y nuestra libertad.

 
 

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