viernes, 22 de mayo de 2015

Sociedad: El decálogo del Juez Calatayud


Gracias a Joaquinito, el hijo ya crecidito de mis queridos amigos malagueños, Joaquín y Mariluz, de profesión pedagogo, director y copropietario de un colegio en Málaga (por lo que conoce el tema de primera mano), pude leer un artículo sobre el conocido juez de menores de Granada, Emilio Calatayud, que publicó ayer la edición digital de Diario SUR.

Para aquellos pocos que no hayan todavía oído hablar de él y no tengan ganas de seguir el enlace, les diré que Calatayud es un juez de menores muy particular, conocido por sus curiosas sentencias, ejemplarizantes y de carácter didáctico,  orientadas a la reinserción social de los jóvenes delincuentes. Una de ellas, quizás la más conocida, fue la de imponerle a un menor la pena de aprender a leer y escribir, evitándole así el ingreso en un centro de reinserción social juvenil.

Este juez, a quien he tenido la ocasión de ver varias veces en la televisión como participante en foros de discusión, es un experto en el complicado tema de los crecientes problemas en el mundo de los jóvenes como la delincuencia juvenil y, los no menos graves, acoso escolar, acoso sexual y, el más actual de todos ellos, el "cyberacoso".

Precisamente, el juez Calatayud participó en el último Cybercamp 2014, un encuentro dirigido a jóvenes talentos del mundo de la ciberseguridad organizado por el Instituto Nacional de Tecnologías de la Comunicación (INTECO), celebrado el pasado mes de diciembre en Madrid, en el que expertos internacionales exponían sus puntos de vista y experiencias en conferencias o talleres. Pueden ver una versión abreviada de su ponencia siguiendo el link, en la que don Emilio (que tiene una oratoria muy sencillota y muy a la pata la llana, para que todo el mundo le entienda) dice verdades como puños que llegan a ponernos los vellos de punta.
 
Emilio Calatayud es además autor de diversos libros, entre los que cabe destacar “Mis sentencias ejemplares” y "Reflexiones de un juez de menores". De este último, Calatayud eligió  leer el “Decálogo para hacer de tu hijo un delincuente” (una irónica guía para malcriar a los jóvenes, según Diario SUR) como aportación a la celebración del 50 aniversario de la fundación del Colegio “El Limonar” de Málaga y que les ofrecemos a continuación:

1. Dadle todo cuanto desee, así crecerá convencido de que el mundo entero le debe todo.
2. Reídle todas sus groserías, tonterías y salidas de tono: así crecerá convencido de que es muy gracioso y no entenderá cuando en el colegio le llamen la atención por los mismos hechos.
3. No le déis ninguna formación espiritual: ¡ya la escogerá él cuando sea mayor!
4. Nunca le digáis que lo que hace está mal: podría adquirir complejos de culpabilidad y vivir frustrado. Primero creerá que le tienen manía y más tarde se convencerá de que la culpa es de la sociedad.
5. Recoged todo lo que vaya dejando tirado: así crecerá pensando que todo el mundo está a su servicio; su madre la primera.
6. Dejadle ver y leer todo: limpiad con detergente, que desinfecta, la vajilla en la que come, pero dejad que su espíritu se recree con cualquier porquería. Pronto dejará de tener criterio recto.
7. Padre y madre, discutid delante de él, así se irá acostumbrando. Ycuando la familia esté ya destrozada lo encontrará de lo más normal, no se dará ni cuenta.
8. Dadle todo el dinero que quiera: así crecerá pensando que para disponer de dinero no hace falta trabajar, basta con pedir.
9. Que todos sus deseos estén satisfechos al instante: comer, beber, divertirse,…¡De otro modo podría acabar siendo un frustrado!
10. Dadle siempre la razón: son los profesores, la gente, las leyes… Quienes la tienen tomada con él.

"Y cuando su hijo sea ya un delincuente, proclamad que nunca pudisteis hacer nada por él".

La verdad es que el decálogo me ha dejado muy pensativa. Yo, a pesar de pertenecer a la generación de los sesantayochistas (traducción literal del término francés “soixante-huitard” = alguien que por su edad vivió, activa o pasivamente, los acontecimientos de la revolución de mayo de 1968), jamás he estado de acuerdo con la educación antiautoritaria que muchos de nosotros dieron a sus retoños, consintiéndoles todo, y que los hijos de éstos, en los años de bonanza económica, elevaron al cubo (quizás por la mala conciencia de no poder dedicar más tiempo a sus vástagos, porque papi y mami tenían ambos que trabajar para poder disfrutar de casa, coche y vacaciones, como mandaba la sociedad de consumo en la que hemos vivido hasta hace poco y que se ha ido desmoronando como un castillo de naipes con esta crisis económica que nos ha dejado a todos en calzoncillos).
 
Me parece una locura que los padres deleguen en los maestros la tarea de educar a sus malcriados cachorros. En mi opinión, el colegio está para transmitir conocimientos y no para deshacer los entuertos que los padres han cometido con ellos, maleducándolos y mimándolos en demasía, convirtiéndolos en muchos casos en auténticos monstruitos ególatras.
 
Ni la televisión ni la playstation, que conllevan una falta de comunicación personal, son los educadores más adecuados. Es más, hacen que algunos niños pierdan la noción de la realidad y vivan en un mundo de fantasía. Esa percepción sesgada del mundo real puede, en casos extremos,  llevar incluso a no saber distinguir entre el bien y el mal. Como en el caso de esos adolescentes de Chihuahua que anteayer mataron por diversión a puñaladas, en un juego de secuestro, a un niño de seis años.
 
Coincido con el juez Calatayud en que una de las drogas de la juventud actual es el móvil, que no debería tener ningún menor de 14 años. Claro que, por otra parte, los padres quieren poder comunicarse con sus hijos en caso de emergencia. Pero, ¿qué pasa con el tiempo restante que muchos menores dedican a actividades con el móvil que son todo menos educativas?
Margarita Rey
 
 
 

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