domingo, 13 de marzo de 2016

Atalaya: A ver quién llega antes







Hasta el 2 de mayo es el límite que tienen los partidos españoles para resolver la cuestión de la formación del nuevo gobierno. Si no lo hacen, serán ineludibles nuevas elecciones, que nadie quiere. El rey Felipe VI espera con paciencia lo que hagan los partidos, que parecen un enjambre de avispas. A los elogios de unos a otros se contraponen severas críticas e incluso dentro de un mismo partido pueden apreciarse tensiones acerca de qué político del partido sería el próximo jefe del ejecutivo. Ya se hizo pública una disensión en Podemos entre el líder Pablo Iglesias y el número dos, Íñigo
Errejón, al parecer enfrentados por el control del partido. Podemos ha desmentido rumor de la división en su cúpula, mostrado fotos de ambos dirigentes entrañablemente abrazados y echando mano de la tan socorrida excusa de "una conspiración" (a algunos probablemente les suene la tan manida "conspiración judeo-masónica" que solía utilizar Franco en muchos de sus discursos), señalando al PSOE como el instigador de una campaña mediática para tratar de dividir a Podemos. 

Los observadores coinciden en señalar que la solución mas fácil del laberinto político español sería que Rajoy se retirara y dejara libre el puesto a otro político del PP, más joven y más hábil. Pero Rajoy parece haberle tomado demasiado cariño a su sillón y a la canciller alemana Angela Merkel, su mamá política. Un PP sin Rajoy podría formar coalición sin problemas con Ciudadanos, centro-conservador-liberal y con el PSOE (centro-izquierda), que tendrían la suficiente mayoría en el Congreso de los Diputados y no necesitarían a Podemos, radical de izquierdas, que proclama su voluntad de un cambio en España. El mismo PSOE, que tal vez incluiría a Podemos en una gran coalición si no fuese por la férrea determinación del líder de Ciudadanos de no compartir el poder con lo que considera una formación de aventureros, capaces de desequilibrar a España más de lo que está. Pedro Sánchez (líder del PSOE) no está tampoco muy convencido de esta solución. Sabe que Podemos robaría votos de izquierda al partido socialista, pero por otra parte Podemos y PSOE (también Ciudadanos) coinciden con el partido de Pablo Iglesias en la necesidad de reformas y en un cambio de rumbo de la política española. Pero la cuestión es de qué cambio hablan Ciudadanos y PSOE, de una parte, y de otra, Podemos.
 
No obstante, en este “baile de pulgas” se escuchan voces de cada uno de los partidos enredados en formar un gobierno estable, en el sentido de que con pequeñas renuncias de cada uno de los partidos en cuestión, especialmente en lo económico y social, se podría llegar a una coalición al servicio de España. Podemos ha abandonado ya la idea de un pacto con los independentistas catalanes.
 
Ciudadanos se muestra más reticente respecto a Podemos. Su líder Albert Rivera ha declarado por activa y por pasiva que su formación no estará en un pacto que incluya a Podemos. Por su parte, Pablo Iglesias da a entender que Ciudadanos es el espejo de un PP más moderno y refinado. Tal vez, en estos últimos días de encuentros cambien algunas opiniones y se limen asperezas. Un país de la importancia de España en Occidente no puede estar jugando a las marionetas.
 

 

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