viernes, 28 de abril de 2017

GRACIAS AMIGOS


Manuel (diciembre 2015), en casa, con nuestra
gran amiga Ingrid Freytag (centro), mi cuñada
María Dolores (derecha) y yo
 
 
Ahora que poco a poco empiezo ya a serenarme, desde este blog quisiera agradecer las innumerables  muestras de afecto que mi cuñada María Dolores y yo hemos recibido con motivo del fallecimiento de mi querido esposo Manuel. Manuel llevaba ya mucho tiempo delicado de salud y su estado fue empeorando paulatinamente de Navidad a esta parte. Entre sus múltiples dolencias, sus frágiles bronquios  de antiguo gran fumador de Ducados, que había sustituido hará ya unos treinta años por la pipa, han sido finalmente los causantes del fatal desenlace.

Manuel era consciente de que su salud se iba deteriorando gradualmente y lo llevaba bastante mal. Siempre decía que no quería ser una carga para nadie y casi lo consiguió. Afortunadamente para él y para todos los que le queríamos, sus padecimientos no duraron mucho. Un equipo de cariñosos cuidadores  y yo misma, nos  ocupamos de él en todo momento para que que no le faltase de nada y pusimos todo nuestro empeño en hacerle esta difícil última etapa de su vida lo más llevadera posible. Gracias a un testamento vital firmado hace muchos años, Manuel falleció sin tener que sufrir innecesarios padecimientos para prolongar su vida de manera artificial. María Dolores, su hermana pequeña, y yo estuvimos con él hasta el final. Exhaló el último suspiro cogido de nuestras manos.
 
No quiero hacer aquí ningún panegírico de Manuel porque todos los que le conocían sabían de su valía intelectual y como persona. Además, ya se ha encargado mi cuñada de rendirle un emocionante homenaje en su muro de Facebook. Sin olvidar a la prensa, que también se ha hecho eco del óbito. En mi caso, la mejor manera de honrarle que se me ocurre es la de mantener abierto este blog, muy descuidado en los últimos tiempos debido a la enfermedad de Manuel. Ordenando sus cosas, me he encontrado en sus archivos muchos comentarios políticos antiquísimos, algunos de ellos premonitorios. También algún que otro poema, que iré publicando de manera intermitente en un futuro próximo.

Manuel, ya más delicado
(diciembre 2016).
De entre las muchas pruebas de cariño recibidas, me gustaría destacar hoy la de un antiguo colaborador y amigo, Miguel Valle, que he recibido esta mañana y ha tocado la fibra más sensible de mi alma porque hace un retrato fidedigno de esa gran persona que fue mi marido Manuel. Dice así:

“Querida Margarita:
Hemos recibido con mucha pena la dolorosa noticia del fallecimiento de Manuel. Por el tono de su última mail nos habíamos ilusionado de que hubiera alguna esperanza de alivio, pero no habíamos pensado que el fin estuviera tan próximo. Te hacemos llegar nuestras más sentidas y afectuosas condolencias por su muerte. Ojalá haya sufrido lo menos posible, en lo que cabe, y seguramente ha afrontado el último paso con el coraje y la lucidez que siempre lo han caracterizado.

Te agradecemos muchísimo el habernos comunicado en seguida la noticia, y lo consideramos una señal de gran amistad. Como nos sucede a todos con nuestras personas queridas, llega un momento en el que desearles la continuación de la vida nos suena más bien como una crueldad, y pasa a primer plano el deseo de que se libren ya del sufrimiento, y sobre todo de la conciencia plena del final.

A Manuel le debo muchos favores en el campo laboral, pues me ofreció siempre la posibilidad de colaborar, tanto en la revista*, que fundó e hizo triunfar él, así como en la radio. Por mi parte pude apreciar de cerca la enorme seriedad y responsabilidad con que realizaba su trabajo. Sólo del trabajo serio y consciente surge el bienestar, propio y ajeno.

Aparte de eso, pude apreciar su amor a la democracia real y no sólo formal, y su lucha efectiva por ella, que ha caracterizado toda su vida, como se desprende de toda su biografía personal y se entrevé en sus interesantísimas novelas. Mi esposa Vanda ha encontrado paralelismos inconfundibles con la sociedad de aquí, y hasta en personas conocidas de los pueblos y ciudades del sur de Italia.

De Manuel, periodista a carta cabal, consciente y comprometido, aprendí también a controlar incluso lo que parecía evidente y universalmente conocido. A pesar de la poca diferencia de edad, era un maestro para todos nosotros, que no sólo elogiaba sino también corregía y prevenía. Se lo permitía, con todo derecho, su vastísima cultura, la amplitud y solidez de sus conocimientos, también lingüísticos, y la precisión y equilibrio de sus perspectivas. Recuerdo también su finísimo sentido del humor, que hacía de cualquier tema o noticia, o de una simple queja o muestra de malhumor, una fecunda fuente de alusiones y conexiones agradables.

Leyendo las novelas de Manuel, Vanda intuyó en seguida las cosas y me dijo: Escríbele a Manuel que ha tenido una gran suerte en la vida al estar con Margarita. Se lo escribí en una mail y no sólo lo "reconoció" o "admitió", lo que sería muy poco, sino lo afirmó calurosamente. Sin lugar a dudas, lo más grande en la vida, y la mayor suerte, es saber que una persona te ha amado no sólo incondicionalmente, sino también eficiente y eficazmente. Ahora es el momento de reponerse, descansar, serenarse, y gustar el sutil placer de haber cumplido a fondo el propio deber, pero sin haberlo sentido como deber sino como prueba de amor.

Corto aquí, deseándote de nuestra parte muchísima serenidad, salud y bienestar. De nuevo, nuestras afectuosas condolencias
Miguel Valle y esposa”
 
Desde aquí, una vez más, muchas gracias por vuestras sentidas condolencias y hasta pronto.
 
Margarita Rey

(*) En referencia a la revista ECOS de España, que Manuel fundó en 1991 y dirigió hasta 1995.